domingo, 22 de agosto de 2010

HONRAR HONRA No. 33/10 - Órgano de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado de la República de Cuba.

HONRAR HONRA No. 33/10
Órgano de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado de la República de Cuba.
Editor: Subdirector Lic. Eulogio Rodríguez Millares,
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“Esos son héroes, los que pelean por hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener mas mundo, por quitarle a otros pueblos sus tierras, no son héroes, son criminales” José Martí O. C. T-18, P-308

INVITACIÓN A LA II CONFERENCIA INTERNACIONAL BOLÍVAR, LINCOLN Y MARTÍ EN EL ALMA DE NUESTRA AMÉRICA, CARACAS, VENEZUELA (NOVIEMBRE 17 AL 20)
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DOCUMENTOS INCLUIDOS EN ESTE NÚMERO.


1.-Humanismo y valores en José Martí por Dr. Rigoberto Pupo
2.- Fue el Movimiento 26 de julio un Partido Comunista?, Por Celia Hart P-12

1.- Humanismo y valores en José Martí
por Dr. Rigoberto Pupo

En la obra filosófica martiana no existe una axiología sistematizada. Más que teorizar sobre los valores el Apóstol se preocupa por encontrarlos y cultivarlos en la conducta del hombre, como medio de ascensión humana.

Sin embargo, es posible revelar en su ideario humanista un conjunto unitario de valores, coherentemente estructurado en torno a la persona humana, su razón del ser y los modos de conducirla a su humanidad creciente.

Los valores en Martí son modos esenciales del devenir del hombre en su naturaleza social, integrados en la cultura, a manera de formas de existencia del ser humano y sus necesidades materiales y espirituales.

Así, los valores, en su fundamento sociocultural y encarnados en la cultura tematizan el contenido esencial del ideal martiano de racionalidad humana. Se trata de una axiología de la acción que va a la raíz del hombre porque sabe de su grandeza interior. De una eticidad concreta que busca el hombre futuro en el hombre actual con pasión y fe y con sorprendente consagración heroica, animada por una misión redentora fundada en el pueblo y un oficio que identifica la belleza con la humanidad del hombre y la bondad con la dación desinteresada

El programa humanista martiano, fundado en la axiología de la acción, se concreta en un paradigma de racionalidad humana, cualificado como autoconciencia de la cultura. Tanto en la revelación del ser existencial de nuestra América, como en su determinación especial en las condiciones de su patria, José Martí funda un paradigma de emancipación humana y redención social, cuyo despliegue está mediado por un sustrato socio -cultural humanista que imprime racionalidad y verdad a su proyecto político. Es que en el paradigma martiano, los valores éticos y políticos se integran en un nivel tal de concreción que prácticamente se identifican. Por eso, más que encarnación individual, son conciencia de su necesidad y eficacia. Esto impregna optimismo, fuerza y vitalidad a la empresa emancipadora. Y Martí, ya en los albores de la contienda, como expresión de l pueblo lo siente, lo sabe. "Jamás fue tanta nuestra virtud -escribe el Maestro- tan compacta nuestra acción, tan cercano nuestro esfuerzo, tan probable nuestro éxito. Cuántos obstáculos hubiéramos podido encontrar, hasta los obstáculos insuperables que a la mayor virtud pone siempre la ambición o vanidad de la naturaleza humana, nada han podido, ni han aparecido siquiera, ante esta alma de redención que hoy nos consume y nos inspira. Somos un ejército de luz, y nada prevalecerá contra nosotros. Nos queda por hacer lo que sabemos que queda por hacer.”

Existe ya un sistema de valores, conformado en la cultura, hecho conciencia, como valencia social, expresado en término ideo político, que si bien no agota el paradigma emancipador -existen otros componentes de la subjetividad humana- que matiza una idea, configura un ideal que impulsa, orienta y regula el hacer práctico -espiritual, que "con la mano en la conciencia- en el bello decir de Martí -pone ya la idea a las puertas de la realidad: . En tales condiciones "el espíritu ha cundido y los cubanos tienen fe... Nadie se lo pide; les nace así de corazón... Clubes-nuevos y pueblos, tiene el partido".

Es indudable la importancia de un paradigma, en tanto modelo que oriente racionalmente el pensamiento y acción del quehacer social, político y cultural en su connotación más integradora posible. El paradigma martiano, marcado por su visión del mundo y del hombre, por la experiencia americana y sobre todo por su sabiduría política, como grande hombre fundador, traza caminos, crea confianza, cultiva razón y sentimiento y prepara conciencia para realizar el ideal de la nación. En fin, funda una cultura con alma política y un carácter nacional henchido de patriotismo y amor desinteresado, capaz de estructurar un programa de liberación nacional, sobre bases nuevas.

El ideal de racionalidad martiana compendia en síntesis conocimiento, valor, acción práctica y comunicación ínter subjetiva, es decir, las variadas formas en que el hombre asimila y reproduce careadoramente la realidad material y espiritual; pero al mismo tiempo, su pensamiento y su obra en toda su integridad encarna un cuerpo cultural de entraña política para realizar una República próspera de naturaleza ético-moral. Esto se fundamenta en el hecho de que al Maestro le interesa sobre todo la ascensión humana, el progreso socio -cultural del hombre, como medio fundamental de realizar sus fines. No se trata en modo alguno de una racionalidad instrumental de corte pragmático y utilitarista, sino de racionalidad humana, que sin menospreciar el conocimiento, la ciencia, la técnica, como medidas de desarrollo cultural humano, sabe que a la raíz del hombre, ante todo se llega revelando esas fibras, ocultas a veces, de su subjetividad. Por eso hay que buscar y encontrar sin vacilación el sentido humano, sobre todo, como vía de acceso primario a la esencia social del hombre. Sin ello -y la práctica corrobora la verdad del Maestro-, resulta estéril, ineficaz e ilusorio todo proyecto. Es que la ciencia, la política, el derecho, el arte, etc. sin motivaciones humanas, no realizan el ser esencial del hombre, no se encarnan en el cuerpo de la cultura como medida de progreso y desarrollo. Por eso Martí, no sólo hizo arte mayor, sino política científica, de profunda hondura, de alto vuelo social humano. En primer lugar, porque comprendió el arte de dirigir, como un encargo social por el bien de todos y no para acumular riquezas y obtener privilegios, en segundo lugar, porque tomó partido por la mayoría desheredada. Su gran obra política: la creación del Partido Revoluc ionario Cubano, para hacer la guerra necesaria por la República, y todo su pensamiento político en torno a Cuba y nuestra América, fue eficaz y trascendió porque se concibió y estructuró como empresa cultural de las grandes masas. Y esto de por sí comporta un concepto, una idea en Martí: no existe política eficaz, al margen de valores e ideales enraizados en la condición humana. Con esto continúa la tradición del pensamiento americano más genuino y revolucionario. Lo supera, en la medida que echa suerte con los pobres y abre nuevas perspectivas de enfoque y de discernimiento de la realidad política. Su humanismo revolucionario antiimperialista, expresión de un proceso de continuidad y ruptura sintetiza y concreta su escala de valores. Expresa el momento de máxima plenitud y madurez de su pensamiento político revolucionario, en correspondencia con los nuevos tiempos.

Sin embargo, su obra renovadora, revolucionaria, y creadora no se reduce a la esfera de la relación axiológica: ética - política, en los marcos de su concepción integradora de la cultura; pues si ciertamente Martí produce un viraje revolucionario en los conceptos e ideas políticas de su tiempo cubano y americano, incluyendo la tabla de valores conque juzga y piensa la realidad, también en la esfera de la estética, en relación estrecha con la ética, muestra originalidad y creación. Se trata no sólo de un hombre de pensamiento y acción que conjuga en unidad indisoluble misión y oficio, sino además de un artista y de un creador. Esto naturalmente matiza su axiología con nuevos colores y esencias, incluyendo su concepción de la subjetividad humana y por su puesto la especificidad de la filosofía que nuclea su cosmovisión. Política, &ea cute;tica y estética y sus sistemas de conocimiento y valor que les son consustanciales, tematizados en Martí en una concepción integradora de la cultura, dan expresión unitaria a su discurso y lo dotan de modos apropiados y métodos idóneos para aprehender el objeto en su dinámica y concreción.

Si ciertamente, la grandeza martiana como dirigente revolucionario, deviene en gran medida del modo en que los valores ético-morales permean y penetran lo político, hasta concebirlo como empresa cultural humana de las grandes masas lo ético y lo estético, encarnando esta racionalidad conceptual propia del paradigma del Maestro, imprimen una determinada especificidad a su axiología. La vinculación estrecha de los valores ético y estético en la axiología martiana, en los marcos de una concepción unitaria de la cultura, en tanto resultado de la actividad humana y medida del desarrollo del hombre y la sociedad, abre perspectivas nuevas para acceder a la realidad humana y conformar un ideal de racionalidad, como proyecto emancipador que integra y sustancia como sistema orgánico la verdad, el bien y la belleza y junto con ello, el amor, la libertad, la justicia, el honor, la felicidad, la virtud y la digni dad plena del hombre, como valencias cualificadoras de la sociedad que preludia y se esfuerza por realizar.

En el ideal de racionalidad martiano, los valores ético y estético y político poseen un status especial. Esto dimana, además de su misión y oficio, de la singular concepción que posee de la cultura, como resultado y despliegue de la actividad de las grandes masas. Las determinaciones culturales -y los valores también lo son -no constituyen un acto individual de aprehensión para Martí, sino un proceso social que sin soslayar la experiencia individual propia de cada sujeto, da primacía al movimiento social, en tanto realiza y legitima la acción de las grandes masas. En esta dirección -en mi criterio- es posible comprender la cosmovisión martiana de la subjetividad humana, la axiología y la cultura

La inserción de los valores en la cultura - hecho que en mi criterio ya casi nadie niega-y la concepción de esta última como resultado social, del pueblo, funda en Martí una idea nueva que determina una connotación especial al elan humanista que le es intrínseco en su pensamiento. Y esto se pone de manifiesto no sólo en la relación ética -política, sino además en la relación ética- estética y sus mediaciones.

En primer lugar existe en Martí una concepción de los valores, penetrada de un sentido de lo real e histórico como proceso que evita que los piense y aborde como arquetipos o a priori, sino como hacer humano. Por eso el bien no es tal, porque es algo presupuesto como verdadero, sino porque es bueno en la praxis social. La belleza no es tal en tanto establecida externamente, sino en tanto acción bella dimanante del comportamiento humano. Al igual que la verdad no es tal, como esencia válida en sí misma, sino como expresión de la realidad para el hombre. Esto no es practicismo, ni negación de lo universalmente dado, sino sentido práctico- valorativo, que busca, encuentra y proyecta los valores en el hombre, haciendo historia, en su acción y en la cultura, en que toma cuerpo

Este concepto, de buscar los valores en la realidad, y en su despliegue, como devenir cultural en y por el hombre, como sujeto social, explica el sustrato ético- moral de la estética y política martianas. En esto se basa su tesis o enjuiciamiento de Espronceda, que en el decir de Martí pudo ser mártir, y no devino siquiera hombre. Subrayo hombre, para destacar cómo en la axiología del Maestro, la eticidad concreta, en las acciones del hombre, constituye su medida, es decir, un parámetro cualificador que define su status en tanto tal, y esto por supuesto penetra toda su dimensión cultural-humana, incluyendo expresiones concretas y valores. Y esta idea está tan arraigada en él, que fluye también en su labor magisterial, como maestro y educador. Tanto en su correspondencia pública, como de naturaleza intima Martí enseña, y los motivos de carácter artístico siem pre aparecen vinculados a la conducta cívica del hombre. Como su motivo central es el hombre, en toda su integridad, al abordar la esencia y las formas de creación humana con arreglo a las leyes de la belleza, en su discurso subyace también un mensaje de carácter moral. El sabe que la belleza en sí, aislada del verdadero ser existencial del hombre, resulta superflua, estéril. En Martí la "belleza" externa, desvinculada de una cultura de los sentimientos fundada en el amor y la bondad, no constituye un valor definidor de la naturaleza humana. Una personalidad, aunque "bella externamente" si no es portadora de sentimientos nobles, de solidaridad humana, desinterés, justicia, dignidad personal, no se realiza como hombre y su conducta resulta rechazada por la propia sociedad en que vive.

En la Edad de Oro, obra martiana dedicada a formar hombres creadores, con ciencia y con conciencia, la intención del Maestro se hace patente. "El niño escribe Martí -ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecillas de hombre fuerte una flor para su amiga o cuando lleva del brazo a su hermana para que nadie se la ofenda...

En el lenguaje, simple, sencillo, para niño, el mensaje ético - humanista no falta,¿Cómo formar al hombre como sujeto, con ciencia, creatividad y con conciencia, si no se cultiva lo esencialmente humano: el sentido del deber, la bondad, el amor al trabajo, en fin la sensibilidad humana, capaz de transformar lo feo en bello? Más que un simple mensaje es una clave cultural paradigmática, que con visión preclara y de meridiana lucidez, deviene obra fundadora. "Las cosas buenas - dice Martí a los niños en el último número de la Edad de Oro - se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto - continúa Martí, identificando lo moral con lo estético- cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe; ser útil. Los ni&ntild e;os debían echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo"

Con esto, Martí no sólo evoca y predica la necesidad de sembrar y cultivar humanidad en el hombre para que nazca, eche raíces y se multiplique, sino además funda una cultura de los valores, imprescindible para la convivencia social y para el propio despliegue de las energías creadoras que el hombre lleva en sí y desarrolla en función de la sociedad. Así, refiriendo a Buda, enseña a los niños, que no "se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora, que llene de claridad y hermosura al mundo, y llore y padezca por todo lo triste que hay en él, y se vea como médico y padre de todos los que tienen razón de dolor: es como vivir en un azul que no se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama gloria y con los brazos siempre abiertos"

Es que en Martí se capta el bien y la esfera humana en general como medio y fin que supone e impulsa la voluntad, y toda la subjetividad humana en el devenir social. Los valores morales devienen motivos catalizadores de creación, originalidad y proyección. Es como si los valores éticos y también estéticos se fundieran en un todo único, ínter conexionado, al igual que los restantes valores como componentes de la cultura.

La plasmación de la axiología como conducta, inserta en la cultura en todos sus componentes estructurales (valores) y sus expresiones jerárquicas, no es una tarea fácil. Martí está consciente de ello, y por eso da razones de la necesidad de que los valores morales se conciban como medios, y fin intrínsecos al devenir humano, como móviles de perfección del hombre. Con esto, el bien, el deber, no aparecen sólo como mandatos de la razón, como a priori, sino que su realización y proyección deben asumirse con satisfacción, con gusto, deseo, pasión, amor y con espíritu de consagración. Por eso no puede ser un fin ni un medio extrínsecos a la naturaleza humana. Deben mover y despertar sensibilidad, que es al mismo tiempo encontrar belleza, placer por la acción o el deber cumplido. De lo contrario no devienen cultura diaria, ni norma de actuación , ni se encarnan en convicción. No se integran a la cultural.

He ahí la necesidad de comprender el por qué Martí dimensiona el devenir humano como hecho cultural, como empresa eminentemente moral, porque incluso, las expresiones políticas, jurídicas, etc. si se fundan en la cultura y son expresión auténtica del pueblo, resultan bellas, despiertan sensibilidad y gusto estético. Realmente, ante las alternativas; debo hacer esto, o me gusta hacer esto, ¿cual de ella se asume? Martí trata de develar en la realidad, sobre toda las cosas, humanidad, que es al mismo tiempo encontrar bondad y belleza en los actos humanos. Es asumir lo bueno, lo justo, lo heroico, etc. como manifestaciones bellas a plenitud, en tanto realizan la naturaleza social humana.

En este sentido, la acción esencialmente humana es heurísticas y adquiere una dimensión estética, porque "sólo lo que del alma brota en guerra, en elocuencia, en poesía llega al alma" "(...) Nobles,- refiere a J. J. Palma -son pues, sus musas; patria, verdad, amores...En un jardín, tus versos serían violetas. En un bosque, madreselvas. No son renglones que se suceden; son ondas de flores". Ondas de flores que nacen de su amor patriótico, como destellos que penetran la razón y los sentimientos y "hacen caminos al andar". Crean, fundan, porque nacen del hombre y su entorno social y porque son apropiación humana. Convidan, se asumen, encuentran recepción porque despiertan sentimientos, conceptos e ideas humanas. Con ello se convierten en resortes para la acción y nuevos modos creadores y originales de aprehensión.

Esta concepción martiana, al integrar los valores en la cultura, como producción del hombre, en función de la sociedad, sienta premisas teórico-metodológicas para establecer jerarquías y niveles en cuanto a determinaciones del quehacer humano se refiere. La unidad indisoluble entre lo ético y lo estético y el lugar que ocupa en los marcos de su axiología, responde en gran medida al hecho de que Martí es un hombre de pensamiento y acción, que une en su diario hacer misión y oficio. Esto determina en él un concepto. "La vida - escribe Martí a Joaquín Macal - debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a un país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles. Si de algo serv&iacu te; antes de ahora, - enfatiza el Maestro- ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir más. Mi oficio... es contar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer todo lo grande.. Vengo a ahogar mi dolor por estar luchando en los campos de mi patria, en los consuelos de un trabajo honrado, y en la preparaciones para un combate vigoroso”.

En este sentido, la belleza con que Martí capta la realidad y la obra humana, no dimana sólo de la prosa y el verso de un artista, de un poeta, ni del magno discurso de un escritor de talento mayor, ni del hombre hecho estilo, que tanto exalta Unamuno, Sarmiento y Dario. Además de su oficio -que ya es mucho para consagrarlo- existe una misión redentora, un compromiso con la realidad de su tiempo, con su bella isla y la América nuestra. Sólo un oficio, por muy grande y trascendente que sea, no es capaz de irradiar luz, "encender el entusiasmo por todo lo noble" y revelar la grandeza humana en toda su magnitud. La misión lo completa, lo dirige a la realidad concreta, busca cauce de realización. Enseña que al deber -ser no se accede a través del discurso, encerrado en sí mismo, sino se requiere de la acción práctica transformadora, capaz de subvertir la realidad presente y proyectar y real izar lo que falta y exigen la necesidad y los intereses de los hombres en el movimiento social. Si se desconoce esto -en mi criterio- resulta imposible comprender la obra martiana, incluyendo su filosofía y su axiología. El paradigma martiano y el ideal de racionalidad en que despliega, está mediado por convicciones ideo políticas revolucionarias tan profundas que no le permiten soslayar las situaciones dramáticas en que se consume y dirime el hombre y la sociedad, para dedicarse al puro oficio de crear. Es que precisamente su magna obra creadora "que pertenece a los "alumbrados", en el decir de Gabriela Mistral; es un resultado de haber conjugado en inseparable unidad, misión y oficio" (..) Martí, criatura literaria completa, - enfatizó Gabriela Mistral - amaba sus clásicos y amaba la poesía del pueblo, porque el humanismo no lo disgustó de lo popular, ni lo elemental lo invalidó para lo cl& aacute;sico... Pero el trance del momento era duro, y Martí nos entregaba su poesía verbal cortada aquí y allá del sollozo patriótico o del puñetazo de fuego al tirano"

Martí desintrancendentaliza, hace concretos los valores en el instante mismo en que los trae al quehacer humano -social, y le trasmite sentido práctico, razón, inspiración y sensibilidad" (...) y puso poesía castellana- refiere a Antonio Sellén- cuanto hay de enérgico y hermoso en los poetas nuevos. Ennobleció el destierro con un trabajo constante, templado por un carácter que no empañó nunca la malicia, y embellecía la pasión por la hermosura ideal, que lo tuvo siempre en un estado de íntimo deleite; más grato que los goces volubles del mundo. Era hombre de notable cultura y de juicio sagaz; pero el corazón se le inflamaba, aún en los últimos años, cuando veía volar un pájaro libre sobre su cabeza, o deshacerse una nube por el cielo azul...Fue tierno y sentido, y notable por la pureza de sus deseos, el fervor de su caridad, humana , y sus simpatías con todo lo ingenuo y poético del mundo"

Los valores que enseña, cultiva y transmite Martí, tanto en su verso como en su prosa, no son entes abstractos, sino consustancial al despliegue humano, en fin, integrados a una cultura de la razón y de los sentimientos. Por eso en su discurso no sólo invoca y busca valores humanos, sino que los descubre. Pero en un "encontrar", que es más que todo un ininterrumpido tránsito del ser al deber -ser, como proyección humana, como remisión a la imaginación y a la creatividad cultural del hombre.

En esta dirección., a Martí no le interesa tanto qué es el hombre y cuáles son los valores, sino más que todo cómo deviene el hombre y su naturaleza humana constituida en un sistema de valores dinámicos, fluidos, en tanto expresión social. Sólo a partir de esta concepción de los valores adquieren trascendencia y vigencia. Trascienden porque son valencias sociales y formas aprehensivas de conductas sociales hechas cultura.

Esto no significa la existencia en Martí de una actitud nihilista hacia los valores universales, ni una concepción practicista, pragmático -utilitarista de los mismos. Todo lo contrario.

En su obra constantemente aparece la referencia a los valores universales, a sus conceptos e ideas. Significa simplemente que su concepción de los valores -por razones ya explicadas y reiteradas- se funda en una intelección propia, que se integra a la cultura del pueblo.

La inserción martiana de los valores como atributos cualificadores de la subjetividad humana, integrada a la cultura y como creatividad cultural social del hombre no sólo explica los fundamentos de su trascendencia en la axiología del Maestro. Da cuenta además de la especificidad propia del filosofar martiano en término de discurso vital, enérgico, siempre en función del hombre y la sociedad. Explica también su genio visionario para discernir la realidad presente y proyectar lo por venir. Pone de manifiesto, su gran poder revelador de esencia para ver más lejos y dimensionar realidades que ante sus contemporáneos pasan inadvertidas. Esto, por supuesto no tiene lugar sólo en su ideario político -que ya de por sí le consagró y devino jefe máximo e la guerra del 95 - sino en múltiples aristas del quehacer humano. Su capacidad de discernimiento humano para penetrar en d eterminadas personalidades históricas y descubrir obras paradigmáticas y fundadoras, también imprime vigencia y trascendencia a los valores, y junto con ello actualiza la memoria histórica que es forjar y vitalizar la identidad nacional y humana. El análisis de Luz y Caballero no es el único caso, pero es demostrativo. Con una frase lacónica, pero llena de sentimiento y razón lo define: "sembró hombres"(...) demandó con la fruición del sacrificio todo amor a sí y a las pompas vanas de la vida, nada quiso ser para serlo todo, pues fue Maestro y convirtió en una sola generación un pueblo educado para la esclavitud en un pueblo de héroes, trabajadores y hombres libres... Supo cuanto se sabía en su época; pero no para enseñar que lo sabía, sino para transmitirlo".Y de Mendive, con sólo una oración interrogativa da vigencia y trascende ncia a una tríada de valores que Martí expone en un todo único revelador del bien, la belleza y la verdad: "¿ Y cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo -interroga Martí- que pudiera yo decir de aquél enamorado de la belleza que la quería en las letras, como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón y sobre penas de la patria?".

Obra fundadora y cultural en todo su sentido y definición, también revela en Heredia, un modelo en cuanto a definición valorativa se refiere. Un alma, una virtud, devenida cultura de cubanía descubre en el cantor del Niágara.¿" Cómo no habían de amar las mujeres -pregunta Martí -con ternura a aquel que era cuanto el alma superior de la mujer aprisiona y seduce: delicado, intrépido, caballeroso, vehemente, fiel, y por todo eso, más que por la belleza, bello" Para quien no conozca la esencia del humanismo martiano, la interrogante caracterizadora de Heredia pasa inadvertida, no revela su espíritu creador ni la dimensión cultural en que se sustenta también su concepción de los valores morales, incluyendo el sentido estético que la anima. La determinación moral no deviene cauce prefiguranete rígido, al igual que su connotación estética. Se advierte cómo calidades morales, en síntesis, devienen expresiones estéticas -define lo bello como compendio de rasgos humanos, como delicado, intrépido, caballeroso, etc.- y aunque paradójico, de la belleza, no deduce lo bello, sino de cualidades ético - morales. Es que Martí -y esto define en gran medida su discurso- piensa la realidad a partir del hombre, la actividad humana y su determinación en la cultura. Por eso no tiene que esforzarse para encontrar lo bello, en la realidad; lo aprehende revela y fluye porque es al mismo tiempo descubrir humanidad, contenido, sentido y potencialidades humanas de realización. En ello existencia y conciencia integran un proceso del devenir humano en la aprehensión práctico -espiritual de la realidad.

Martí revela belleza en la realidad que asume porque es sensible y posee humanidad, porque devela esencias, interioridades del hombre y la sociedad trasuntadas en la cultura. En este concepto resulta posible comprender por qué se preocupa tanto por exaltar y dar vigencia a los valores humanos encarnados en obras y hombres paradigmáticos, así como el sentido de sus tesis de que honrar honra: la cultura como condición de la libertad; la pasión y la ternura como premisas de todo proyecto humano y social, la virtud, el decoro y la dignidad, como esencia consustancial al hombre.

En Heredia ve al "genio de noble República, a quien sólo se le veía lo de rey cuando lo agotaba la indignación o fulminaba el anatema contra los serviles del mundo y los de su patria" Dando vigencia social y trascendencia al modelo de valores que sintetiza Heredia, define"... dos clases de hombre: los que andan de pie cara al cielo, pidiendo que el consuelo de la modestia descienda sobre los que viven sacándose la carne, por un pan más o pan menos, a dentelladas, y levantándose por ir de sortija de brillante, sobre la sepultura de su honra: y otra clase de hombre, que van de hinojos, besando a los grandes de la tierra el manto"

En la axiología martiana hay optimismo como todo humanista que confía en el hombre y en sus posibilidades de perfeccionamiento y creación; pero no un optimismo exacerbado que soslaya los atributos negativos de las acciones y conductas humanas .Estos atributos son asumidos de modo crítico y estigmatizados al mismo tiempo como no inherentes a lo verdaderamente humano y como males que no se integran a la cultura. Sin embargo, como maestro al fin, y hombre fundador, no sólo critica el mal, sino además y sobre todo proclama el bien y lo cultiva para que prevalezca. El sabe que"... odian los hombres y ven como a enemigo al que con su virtud le echa involuntariamente en rostro que carecen de ella... Y es necesario e incuestionable para Martí actuar con respeto y humanidad para no herir sensibilidades. Cuando se le ofende al hombre su decoro y dignidad que es al mismo tiempo befar su integridad humana, más que cultivar en &eacut e;l el bien, lo bello, lo verdadero; valores permanentes en la humanidad del hombre, se mata su naturaleza humana y las "semillas dormidas" que siempre esperan terreno propicio para germinar. Se trata entonces -según el espíritu y el mensaje que anima la axiología martiana- de obrar con humanidad para que crezca y se imponga sobre la maldad, el egoísmo y todo lo que de animalidad-concebida por Martí como no permanente, sino transitorio - pueda anidarse en el hombre. Esta concepción axiológica está enraizada en el hombre y en la confianza de la "grandeza de sus entrañas, pero ello evoluciona, como parte esencial del todo, en correspondencia con la evolución de la totalidad de su pensamiento. Si ciertamente son los valores el núcleo central que lo anima durante toda su vida, en la etapa de madurez teórica e ideológica, aparecen nuevas mediaciones y matices que la hacen más concret a. Es fácil encontrar en Martí, en cualquiera de sus etapas evolutivas de desarrollo, la búsqueda de la ley del progreso del hombre, sobre la base de las fuerzas que lleva en sí y que sólo precisa revelarlas y cultivarlas. En esta concepción, la impronta del naturalismo romántico está presente con sus especificidades, incluyendo su concepción unitaria del ser y los valores del hombre; sin embargo, el hombre para el Maestro, es lógica y providencia de la humanidad, es decir, es sujeto. Con esto establece a límites, que rebasan los marcos de las influencias y transita y accede nuevos niveles de la realidad, o sea, al naturalismo - sin desecharlo- se impone el papel de la subjetividad, de la actividad humana, en fin, de la axiología de la acción.

Por otra parte, junto a la radicalización de su pensamiento político - si bien el núcleo central de su axiología, permanece - los valores y las valoraciones adquieren más concreción en cuanto al alcance y proyecciones sociales se refiere. Así, en Patria 8 de diciembre de l894, refiriendo al pintor cubano Joaquín Tejada después de señalar la dicha de ser de nuestra patria; señala: "el mundo es patético, y el artista mejor no es quien lo cuelga y recama, de modo que solo se le vea el raso y el oro, y pinta amable el pecado oneroso, y mueve a fe inmoral en el lujo y la desdicha, sino quien usa el don de componer, con la palabra, o los colores de modo que se vea la pena del mundo, y quede el hombre movido a su remedio. Mientras halla un antro, no hay derecho al sol".

Estas ideas recuerdan su crítica al "realismo" positivista en el arte, de su etapa de México o del Liceo de Guanabacoa, pero ahora con mayor alcance social, lo cual se pone de manifiesto en la propia valoración que hace del artista cubano. "Ámese -escribe Martí- puesto que ama al hombre, al artista nuevo de Cuba, al que padece de la pena humana, y no tiene pinceles para los vanos y culpables de la tierra, sino para los adoloridos y creadores".

Hay un reclamo de amor hacia el pintor cubano por Martí, no sólo porque ama al hombre y padece de la pena humana- que para algunos pudiera parecer abstracto - sino porque no tiene pinceles para los vanos y culpables de la tierra, sino para los adoloridos y creadores.

Continúa Martí buscando la ley del progreso humano y sus valores pero aparece en nuevas vías de acceso de penetración en la esencia del problema. Hay una toma de partido por un sector de hombre que considera sujeto verdadero de realización humana: los adoloridos y creadores, los desdichados y los mansos, en fin, los humildes, las grandes masas del pueblo, y con ellas echa suerte.

Ya no se trata como en Luz -lo que no resta valor al Maestro de todas las ciencias-, preparar la juventud de la clase de los hacendados para ganar la libertad", pues la guerra del 68 ha transformado el estado de cosas y engendrado nuevos sujetos. El problema es otro y Martí tiene conciencia de ello. El pueblo, las grandes masas han devenido sujeto portadores del ideal emancipador y a dicho sujeto se dirige el discurso del Maestro. Su labor conciliadora de fuerza, en pos de la unidad en torno al Partido Revolucionario Cubano, y su República proyectada "con todos y para el bien de todos", encarna el ideal de las grandes masas. Su proclama: "Somos los pinos nuevos", expresa ese nuevo concepto del sujeto de la revolución.

Esta concepción, resultado de un proceso histórico, con todas sus mediaciones, determinantes y condicionamientos, influye en la orientación y alcance social de la axiología martiana. Es un elemento esencial, sobre el cual se funda la inserción de los valores en la cultura, entendida ésta como producción social y medida del desarrollo. Esto naturalmente encuentra expresión real en la concepción de la revolución y absoluta confianza en sus portadores". "La revolución en Cuba- escribe Martí- no es una tiranía; es el alma de la Isla. No es una conspiración: es el consentimiento táctico y unánime de lo más viril y puro del país: el actual movimiento revolucionario no tiene su fuego en el trato secreto con éste o aquel núcleo de revolucionarios conocidos, sino en la confianza que ha logrado inspirar a la gran masa, a la masa de rifle y coraz&oa cute;n, en la espera sorda y crecimiento de lo bueno y bravo de Cuba... En el ánimo de la Isla se ha trabajado, no en el compromiso de esta o aquella cabeza conocida... El espíritu del país es nuestro cómplice...

La concepción martiana de la revolución y su proyección programática emana de un nuevo ideal de racionalidad que deviene autoconciencia cultural de nuevos sujetos. Por eso más que un acontecimiento político puro, es una empresa cultural, donde lo político, lo ético y lo estético se ínter penetran e implican recíprocamente.

Al mismo tiempo, su axiología se inserta a una concepción cultural concreta. Fija una obra humana en tiempo y espacio y afincada en un proyecto emancipador de naturaleza nueva y legítimos propósitos: "(...) crear un pueblo nuevo, sobre la ruina moral de la colonia, con las virtudes desenvueltas en el esfuerzo continuo por echarla abajo"

Pero no se queda aquí, fija posiciones y emite juicios valorativos, que dan cuenta de un sesgo diferenciador y específico. "Los cobardes -escribe Martí- temen hacer justicias y a decir la verdad de los pobres. De las entrañas, conmovidos aún de tanta grandeza ha de brotar, para esperanza de Cuba, la verdad de los pobres.! Tu pueblo, Oh patria, no necesita más que amor!- y la guerra, lo que tu pueblo le ha dado."

"La verdad de los pobres, para esperanza de Cuba", deviene en Martí contenido práctico y sentido de su proyecto político- cultural de inagotable valor heurístico. No se trata de una frase más. Expresa un concepto, que asume un sujeto y lo define como fuerza propulsora de creación y revolución, de cuyo desenvolvimiento y despliegue depende el destino de Cuba. Esta idea no es sólo una expresión política, encierra un contenido cultural de largo alcance y hondura teórica. Por eso abre nuevos cauces de realización al ideal preludiado, y nuevas mediaciones a su pensamiento axiológico. Un pensamiento que arrancando de la naturaleza social del hombre, y la cultura, funda su ideal de racionalidad humana. Y esta idea referente a la esencia social de la cultura y del hombre, más que premisa es núcleo interpretativo para comprender en su justa razón el discurso de Martí y su tematización esencial en la axiología. El Martí axiólogo por antonomasia no surge por generación espontánea. Su discurso que integra en unidad inseparable misión y oficio, asume como problema central la ley del progreso humano, la ascensión del hombre, su trascendencia y encuentra en los valores vías de acceso y cauces culturales de revelación y cultivos humanos.

Tanto su oficio como artista, creador, Maestro; como su misión encarnados en un ideal de redención humana, determinan en gran medida el fundamento axiológico de su pensamiento.

A Martí - y su obra lo atestigua- ningún valor humano le resultó extraño. En su axiología, están presentes valores de carácter científicos, filosóficos jurídicos, políticos, económicos, religiosos, lógicos éticos, estético, etc. así como su permanente propósito de darle vigencia social y trascendencia.

Es indudable que estamos en presencia de un humanismo auténtico, que parte de las raíces -la revelación del ser de nuestra América- y da cuenta de ellas con ímpetu ecuménico. De un humanismo fundador trascendente, cuya racionalidad humana -sin perder de vista las múltiples aristas de la espiritualidad del hombre -encuentra en los valores y la cultura sus cauces supremos de realización, en términos de una axiología de la acción, cimentada en una ética concreta del devenir humano.

En los momentos actuales, cuando el escepticismo histórico cunde y pulula en la arena internacional, cuando no faltan los intentos de negar la historia, los valores, la cultura, la tradición, la memoria histórica, la razón, los proyectos de emancipación social y el progreso, la racionalidad se impone como necesidad de preservar no sólo la identidad nacional, sino también la identidad humana. En tales condiciones, el programa pedagógico martiano y el ideal de racionalidad que le es consustancial, adquieren más que nunca contemporaneidad y vigencia social.

Su pensamiento - una eterna poesía de amor, de lucha, de dación humana y consagración social- continuará alumbrando el camino del hombre. Su desbordante espiritualidad seguirá siendo fuente nutrícia de aprehensiones y sueños, "! Con luz de estrellas!"

2.- Fue el Movimiento 26 de julio un Partido Comunista?, Por Celia Hart (Ponencia presentada en el 50 Aniversario del Movimiento 26 de julio)

Lenin aseguró, que para el triunfo de una revolución socialista un partido revolucionario de vanguardia es indispensable.
Entonces, en el caso de la revolución socialista de Cuba entramos en la siguiente paradoja: O los planteamientos de Lenin eran extranjerizantes o extemporáneos, o nuestro Movimiento 26 de Julio era un partido de vanguardia de clase que aspiraba, no tan sólo en derrocar a Batista sino en hacer triunfar una revolución socialista. Las cosas son o no son al margen de las palabras, y por supuesto todo pasa por saber a qué llamamos partido de vanguardia, que lo diferencia de forma sustancial del resto de los partidos.
Yo sí. Sí lo pienso. He dicho más, pienso que constituyó el auténtico partido comunista de Cuba que refundó Cuba en aquel entonces. El único partido heredero legítimo del Partido de Mella y a su vez del PRC. Dijo Lasalle a Carlos Marx: "...la prueba más grande de la debilidad de un partido es el amorfismo y la ausencia de fronteras netamente delimitadas; el Partido se fortalece depurándose". (1)
En Europa hay decenas de partidos socialistas que en muchos casos ni son partidos y mucho menos socialistas. Los partidos estalinistas que rigieron la vida ideológica "socialista" del mundo durante decenas de años... tampoco lo eran.

La organización con la que se llegó al Asalto al Cuartel Moncada, la formación comunista clara y precisa de sus dos organizadores fundamentales, y la intervención precisa que se hizo de los elementos de la izquierda más radicalmente útil como fue el caso de miembros del MNR y lo más comprometida de la ortodoxia, para no hablar ya de la intervención posterior del Movimiento Acción Nacional de Frank País (dicho sea de paso, me han dicho que bien quisieron llamarle Acción Nacional Socialista) y la definitiva intervención del Che, le otorgan a este movimiento el título del más depurado partido de vanguardia de cualquier época y lugar. La forma de proyectar esa lucha trascendía desde sus mismos inicios el mero derrocamiento de una tiranía, la cual a decir en una conversación privada entre los hermanos Enrique y Armando Hart, que con la tiranía paradójicamente se resolverían definitivamente los problemas de Cuba. Ellos no lo sabrían entonces, pero había una sola manera de solucionarlos. El Socialismo

Mi tesis entonces consiste en que desde sus propios inicios el Movimiento 26 de Julio fue un partido político revolucionario y la construcción del socialismo en la isla no fue un escaso recurso teórico.
De haber triunfado la revolución del 33 cuya bandera fue decapitar políticamente a un dictador y barrer con sus lastres como corrupción y el servilismo, no hubiese sido otra que socialista. Baste leer una sola línea de aquellos jóvenes. Pero aquella se nos fue a bolina. A ésta la agarramos bien. Y sin trámites estalinistas que todavía, a veces pretenden defenderse. La hicimos socialista desde sus propios inicios, aunque no lo supiese nadie. (que sí sabían)
Pero volvamos al tema:
¿Qué es un partido revolucionario de vanguardia? (y sépase que tan sólo no digo comunista, porque todavía nos podemos confundir con los denominados partidos estalinistas, que practicaban en aquel entonces las tesis de la URSS, con el etapismo, colaboración de clases, coexistencia pacífica, y mil lamentables tesis más, que dominaron medio siglo la izquierda del mundo y según las cuales aun estaríamos esperando hacernos grandecitos para construir el socialismo.
La ley del desarrollo desigual y combinado(2) de León Trotsky, para países atrasados, ley por cierto que ha sido demostrada en la práctica con precisión matemática, que los países atrasados no tenemos que esperar por revoluciones nacionales, ni siquiera de reformas sociales antes de hacer triunfar una revolución socialista, se puso de manifiesto en Cuba. Esta lo dijo el Che más sintético "O revolución socialista o caricatura de revolución". Eso sí: Hacer triunfar definitivamente una revolución socialista radical como la revolución cubana precisó de un partido comunista como el que fundara Fidel Castro con el hermoso nombre Movimiento 26 de Julio, y del cual estamos celebrando con júbilo su 50 Aniversario.

Las reivindicaciones democráticas, las refinadas banderas de igualdad y libertad sólo son posibles de defender a través de las banderas del socialismo. No lo digo yo: lo dijo Julio Antonio Mella: "Los revolucionarios de las Américas que aspiren a derrocar a las tiranías de sus respectivos países no pueden desconocer esta verdad; los que aparenten desconocerla es porque su ignorancia, o su mala fe, les impide ver la clara realidad.... no pueden vivir en los albores de 1789. A pesar de los conflictos de algunos, la humanidad ha progresad. Y para realizar la revolución en este siglo habrá que contar con un nuevo factor: las ideas del socialismo, que con un matiz u otro, se arraigan en todos los rincones del globo." (3)
La revolución que en el 33 se fue a bolina, la del 53, que empezó con un fracaso bélico total fue ganada en menos de seis años después tan sólo porque, además de las condiciones de caldera histórica en el país, Fidel y sus compañeros fundaron un Partido Revolucionario de Vanguardia, el único partido que haría triunfar una revolución socialista y el único que haría verdad el lema del chibaismo de "vergüenza contra dinero".
¿Fue una organización con ideas comunistas quién atacó al Cuartel Moncada en 1953? ¿El tío Abel fue comunista? ¿Qué se dijeron esos dos hombres al leer el viejo libro de Carlos Marx Crítica de la economía política que descansa en paz en el museo de 25 y O? Crítica a la economía política está salpicada con letras de Fidel. Quizás él nos pueda decir algún día hasta donde había leido la literatura marxista. Mas no me cabe dudas que una legión de marxistas acompañaron silenciosamente a Fidel y a Abel en el Moncada. Aunque estos jovencitos no los conocieran. Sí .El proyecto revolucionario de Fidel Castro contó con un partido de vanguardia que nos arrastró a la revolución socialista sin haber pensado una sola vez en el posible apoyo soviético. Esta legión sí estuvo al lado de esos hombres. Una legión de asesinados. Pues nos mataron a Mella, como recién citara el periodista José Steinsliger..., primera víctima del pichón del Cóndor(4) y el terrorismo de Estado en América y a León Trotsky ., a Antonio Gramsci lo extinguieron lento en la prisión y a Lenin, de cierta forma lo asesinaron, a la Luxemburgo nos la mataron también. El Che fue asesinado mucho después. Gran parte de los marxistas más cultos de la historia dieron su vida por la revolución. Tenemos más mártires que el cristianismo. Algo de eso dijo Federico Engels.
Y todos ellos estaban convocados en magistral orquesta, dirigida por José Martí. Esa música inspiró a la juventud cubana. Pues de lo que no caben dudas es que esa generación contaba con la verdad. Dijo un ruso por ahí que "la verdad es siempre revolucionaria".
A Abel no le dieron tiempo para poderlo decir, lo asesinaron prematuramente, creyeron que le arrebataban su larga visión arrancándole sus ojos, como siempre el terror se equivoca. No sé que piense Fidel, mas en 1988 dijo en un encuentro de intelectuales en México: "¿Con qué armas hicimos la revolución?, ningún país nos pudo ayudar (...) todas las armas con las que hicimos nuestra revolución se las tuvimos que quitar al ejército de Batista. Pero sí, ya desde entonces ¿éramos marxistas?; si nosotros pudimos interpretar la realidad de nuestro país, es porque ya habíamos aprendido el marxismo-leninismo... (...) Ya nuestro Programa del Moncada era una preámbulo del socialismo y ya nosotros éramos socialistas y marxistas-leninistas, y si no habríamos llegado a la esquina"(5)
En el "Que hacer" Lenin nos da sueltas algunas pistas de lo que debe ser una organización de revolucionarios que aspiren a tomar el poder, donde reitera que es más difícil pescar a una decena de hombres inteligentes (a lo que el llamó revolucionarios profesionales) que a un centenar de imbéciles. Esto, debemos entenderlo en el lenguaje leninista a qué se refiere. Creo que el movimiento que comenzó con Fidel comenzó por una decena de revolucionarios profesionales, uno de ellos se ha convertido en el primer profesional de la revolución mundial, después que la iniciara hace más de cincuenta años.

Volviendo a Lenin en sus famosos cinco puntos de cómo concebir una verdadera organización revolucionaria dice en el segundo aspecto:
"Que cuánto más extensa sea la masa espontáneamente incorporada a la lucha, masa que constituye la base del movimiento, y que participa en él, más apremiante será la necesidad de semejante organización y más sólida deberá ser 'esta (ya que más fácilmente podrá toda clase de demagogos arrastrar a las capas atrasadas de la masa y la tercera que dicha organización debe estar formada en lo fundamental, por hombres entregados profesionalmente a las actividades revolucionarias. (6)
Si nos detenemos en estos dos puntos clave del imprescindible y actual Qué hacer podemos apreciar de manera nítida que era la dirección del movimiento auténticamente marxista-leninista... o tan sólo volvieron a inventar esa teoría. Lo primero es por lógica elemental más creíble.
Dijo Antonio Gramsci en 1931: "¿Cuándo se hace históricamente necesario un partido? Cuando las condiciones de su triunfo, de su indefectible conversión en estado, están al menos en vías de formación, y permiten prever normalmente sus ulteriores desarrollos."
Gramsci señala tres elementos primordiales:
"1) Un elemento difuso, de hombres comunes medios, cuya participación está posibilitada por la disciplina y la fidelidad no por su espíritu creador y muy organizador... Ellos son una fuerza en la medida que alguien los centralice, organice y discipline,
"2) El elemento principal de cohesión que centraliza en el ámbito nacional, que da eficacia y potencia a un conjunto de fuerzas (...). También es verdad que este elemento solo no formaría el partido, pero lo formaría, de todos modos más que el primer elemento considerado. Se habla de capitanes sin ejército, pero en realidad es más fácil formar ejércitos que capitanes. Tanto es así que un ejército ya existente queda destruido si se queda sin capitanes coordinados de acuerdo entre ellos, con finalidades comunes, no tarda en formar un ejército incluso donde no existe.
"3) Un elemento medio que articule el primero con el segundo los ponga en contacto físico sino también moral e intelectual..."
Gramsci le da prioridad explícita al punto dos, a lo que llamaremos tener una dirección clara y precisa que sabe de antemano lo que se propone aunque no estén todos sus miembros con esta definición. y no sepan que están constituyendo un partido.
El ejemplo más clarificador es el del partido bolchevique, que logró la revolución contando con muy pocos cuadros. Eso sí con un sentido estricto de la militancia "militancia", que merece también ser definida en algún otro evento, como este.
Tres reflexiones me permito para hacerles ver que Fidel Castro lideraba al verdadero partido revolucionario de Cuba y que ese partido era socialista.

En un texto aparecido en Bohemia, escrito por Fidel en marzo de 1956 se aclara qué cosa era el Movimiento 26 de Julio. "La esperanza de redención para la clase obrera cubana a la que nada puede ofrecerle las camarillas políticas; es la esperanza de la tierra para los campesinos... es la esperanza de pan para los hambrientos y de justicia para los olvidados." (8)

El segundo es por supuesto la Historia me Absolverá de lo cual por supuesto se ha hablado lo suficiente. Mas yo quisiera hacer hincapié tan sólo en el concepto de pueblo al que convoca Fidel. O sea a pueblo si de lucha se trata: Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo (...); a los quinientos mil obreros del campo(...); a los cuatrocientos mil obreros industriales y braceros (...), a los cien mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, para morirse sin llegar a poseerla, que tienen que pagar por sus parcelas como siervos feudales (...); a los treinta mil maestros y profesores (...); a los veinte mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y venales; a los diez mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etcétera, que salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas,(...) ¡Ése es el pueblo, cuyos caminos de angustias están empedrados de engaños y falsas promesas"(9)

Este es el proletariado, compañeros. Me detuve tan sólo en lo agricultores pequeños y en los comerciantes arruinados, esos que están a un pie de pasar a formar parte de esos que tienen que vender su mano de obra para vivir.

En este llamamiento no se convoca a la clase media, ni a otra clase social de la Cuba de entonces que no sea potencialmente proletariado. No me estoy refiriendo al escaso concepto de proletario que todavía en muchos sectores confunden con los obreros de Manchester o confines del París del siglo XIX. Me ando refiriendo a esos mismos a los que Carlos Marx les explicó que nada tenían que perder más que sus cadenas. En el llamamiento a combate mas actual, poético y preciso que aún tenemos.
La convocatoria de Fidel Castro y esta plataforma que fue la base para el M-26-7 fue convocada para la clase social de vanguardia y fue convocada a través de un depurado marxista.
El tercero es en el Informe al I Congreso del PCC aclara Fidel castro:

(...)"Ahora bien, en las condiciones de un país como Cuba, ¿podía la revolución concretársela simple objetivo de la liberación nacional manteniendo el sistema capitalista de explotación, o debía avanzar también hacia la definitiva liberación social?" (...)

La historia transcurre en función de leyes objetivas, pero los hombres hacen la historia, es decir, la adelantan o la retrasan considerablemente en la medida en que actúan o no en función de esas leyes." (10)

Y es precisamente en función de esas leyes objetivas que se deslizó hasta este milenio esta revolución socialista. La cual según mi observación ha sido desde el punto de vista de su integridad, su permanencia y adaptabilidad una de las modelos. De esas que deberán estudiar los bachilleres dentro de muchos años en todas partes del mundo.

La Historia de la Revolución Rusa escrita por León Trotsky constituye según nuestro imprescindible Martínez Heredia una continuación lógica del Brumario de Carlos Marx.
Por más tiempo que pase, y por más latitudes que quieran separar a los hombres y sus revoluciones, la Historia de la Revolución Cubana, que está por escribirse, será la continuación de aquella otra. Sólo Dios no nos da el tiempo para enlazar la continuidad de los acontecimientos. Pero así es.

El Movimiento 26-7 constituyó exactamente ni un punto más ni uno menos de lo que nos está faltando en estos instantes en América latina para hacer nacer la revolución continental. Incluyo sin temor a decirlo, a Venezuela.

Algún día la historia responderá si, como dijo Fidel también en el Informe al I Congreso del PCC en 1975, "el programa del Moncada se había cumplido en lo esencial, y la revolución cubana, en medio de épica lucha antiimperialista, pasaba a la etapa socialista" (11), se lo debimos a la URSS o a haber sido capaces de organizar durante sus inicios, sin trampas, recovecos y mentiras un autentico partido revolucionario, que según mi criterio ha sobrevivido a pesar de sus propios retrocesos debido a las funestas influencias inevitables del estalinismo en nuestro país.
Y hoy ¿Qué importancia puede tener para todos nosotros analizar de manera bizantina si fue o no un partido de vanguardia este movimiento, un auténtico partido comunista como no existía otro en el país?
Pues que por este pequeño detalle (por decirlo irónicamente se andan desangrando los pueblos en un ciclo espantoso y concéntrico de deponer y restituir presidentes, sin concretar las revoluciones.
Porque A. Gramsci tenía razón en aquel segundo aspecto, y sigue siendo verdad aun. Y los capitanes siguen siendo un motivo de importancia no despreciable.

Sigo creyendo que el mejor ejemplo para significar la importancia de los partidos de vanguardia la ofreció León Trotsky al decir: "Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor." (12)

Y concluyo:
Sin ánimo de profundizar, en los eventos recién concluidos en La Habana nos urge hablar no de un tribunal contra el terrorismo, sino de un verdadero movimiento.

Deberemos volver a analizar los reclamos de Fidel y sobre todo las posiciones clarificadoras de J V Rangel al decir que en la Venezuela revolucionaria se debería pasar de la democracia bolivariana a la socialista. Tenemos antecedentes. En Cuba precisamente en 1966 en la Conferencia Tricontinental. Sin horizontalismos estériles ni sectarismos asfixiantes.

Un Partido, Liga o Movimiento como le quieran llamar, pero al estilo de Frente Unico de Mariátegui, sin concesiones posibles de clase, tal cual nuestro hermoso Mov. 26-7 es quien salva América
¡Revolución o Muerte!

Bibliografía

Extracto de una carta de Lassalle a Marx (1852)
León Trotsky"Historia de la Revolución Rusa"
JA Mella "Venezuela Libre" (1925)
José Steinsleger "La Jornada" junio 2005
Fidel Castro . Encuentro con los partidos de izquierda México (1988)
VI Lenin ¿Qué hacer?
Antonio Gramsci "Partido Político " (1932)
Fidel castro Bohemia 1956
Fidel Cstroastro "La Historia me Absolverá" (octubre 1953)
Fidel Castro Informe al I Congreso del PCC (1975)
León Trotsky"Historia de la Revolución Rusa"

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