martes, 20 de julio de 2010

HONRAR HONRA No. 28/10-Órgano de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado de la República de Cuba.


HONRAR HONRA No. 28/10
Órgano de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado de la
República de Cuba.
Editor. Subdirector Lic. Eulogio Rodríguez Millares,
Calzada No. 801, ent. 2 y 4, Vedado, Plaza de la Revolución, Ciudad de
la Habana
Telf. 831-1910, 838-2298 Fax 836-4756
eulogio.rodriguezmillares@josemarti.co.cu
eulogio_rodriguezmillares@yahoo.es
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“Hay que sacar de lo profundo las virtudes, sin caer en el error de
desconocerlas porque vengan con ropaje humilde, ni de negarlas, porque
se acompañen de la riqueza y la cultura.” (José Martí, O. C. T-3, P-140)
INVITACIÓN A LA II CONFERENCIA INTERNACIONAL BOLÍVAR, LINCOLN Y MARTÍ
EN EL ALMA DE NUESTRA AMÉRICA, CARACAS, VENEZUELA (NOVIEMBRE 17 AL 20)
secretariaiiconferenciablm@gmail.com
http://www.josemarti.cu/ http://martianos.ning.com
http://www.cubaminrex.cu/index.htm
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DOCUMENTOS INCLUIDOS EN ESTE NÚMERO.


Conferencia de Frei Betto en el “II Coloquio Internacional José
Martí por una cultura del la Naturaleza”.

1.- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS IDEAS CUBANAS. Por Dr. Armando Hart Dávalos
2- “Las Bibliotecas y las Restricciones a la Información sobre
Cuba”, por Dreide Mc Donald Universidad de Texas Pan Amarican,
Edimburg, Texas (De la 1ra. Conferencia. Internacional. del ALMA,
Octubre 2010, Monterrey, N. L. México) Pág. 4
3- Agricultura, Medio Ambiente y Ciencias Sociales: Perspectivas.
Teóricas de la Agro ecología. Por Julián Augusto García, (Docente
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, II Coloquio Internacional
José Martí por una Cultura de la Naturaleza) Pág.9

Conferencia de Frei Betto en el “II Coloquio Internacional José
Martí por una cultura del la Naturaleza”
Nota aclaratoria: Lamentablemente la versión aparecida en el numero 27
tiene algunos errores de trascripción, los cuales han sido revisados y
corregido por su autor, lamentamos dichos errores.

El Universo es bello, mas no sabía que tenía esa belleza. Nosotros
somos la conciencia y los ojos que permite al Universo mirarse en el
espejo de sí mismo. Sin nosotros, sin nuestra presencia, toda esta
maravilla que forma un conjunto y por eso no se llama pluriverso, se
llama Universo, toda esta maravilla del ser humano, no tendría
sentido. El sentido viene con nuestra presencia en este mundo.

Pero hemos muchas veces pensado que el Universo no tenía historia, o
hemos muchas veces, sobre todo el marxismo vulgar, afirmado que la
historia empieza con la presencia humana capaz de crear procesos
sociales. Es un equívoco. El autor del Libro del Génesis, en la
primera página de la Biblia, describe la Creación del mundo en seis
días. Y porque Dios no es de hierro, tomó el séptimo para descansar. Y
quizás fue a la playa... Por ello, aquí el autor hebreo describe la
Creación del Universo en una cronología histórica, antes de la
aparición del ser humano, que ocurre, según la descripción bíblica, en
el sexto día.

Cuando San Pablo, en su Primera Carta a los Coríntios, en el Nuevo
Testamento, afirma que la fe de los hebreos era loucura para los
griegos, ¿qué quería decir Pablo? Quería decir que para los griegos,
que tenían una visión circular del mundo y no histórica, una visión
cíclica, un dios como Javé, Dios de los hebreos, no merecía ser
llamado Dios, porque un verdadero dios era omnipotente, y crea un
mundo instantáneo, como Nescafé. No necesita de seis días para crear
ese mundo. Entonces no merece credibilidad.

Quizá los griegos no han percibido –y quizás nosotros tampoco hasta
hace poco tiempo es que, para el autor del Génesis, en la naturaleza
ya había la dimensión de historicidad. ¿Y por qué empiezo por
subrayar este aspecto? Por una razón muy sencilla. Si ustedes me
preguntan cuál es la peor cosa de la filosofía neoliberal en este
momento que vivimos en el mundo, yo contesto con mucha preocupación:
la peor cosa de la filosofía neoliberal que está expresada en la
célebre frase de Fukoyama: “La historia ha terminado”, es
justamente la des-historización del tiempo. Cuando el neoliberalismo
intenta quitar del tiempo la dimensión de historia, volvemos todos a
la concepción cíclica de los griegos. En otras palabras, se promueve
desde ahí una despolitización de la política. Cada uno de nosotros,
cuando pierde la dimensión histó rica de la vida, pierde el propio
sentido de la vida. En todo lo que hacemos debe haber una historicidad
que nos permita crear proyectos: proyectos en la vida laboral,
proyectos en la vida familiar, proyectos en la vida artística,
proyectos en la vida religiosa, no importa, hay que tener proyectos.
Como por ejemplo, una generación de cubanos tuvo un proyecto liderado
por Martí, tuvo un proyecto de emancipación de este país del imperio
español, como después otra generación tuvo un proyecto de liberar este
país del capitalismo. Es un proyecto, y un proyecto supone momentos
buenos, momentos malos, difíciles, sufridos, pero la persistencia de
uno se da en función del proyecto. Hoy, el neoliberalismo trata de
echar abajo la historicidad del tiempo, para que cada uno de nosotros,
sobre todo los jóvenes, no tengan más proyectos, solamente ambiciones
individuales.

Tres pilares de nuestra cultura occidental tienen con mucha fuerza
esta concepción de que el tiempo es historia. Curiosamente, los tres
son judíos, por la orden, o sea, son herederos de esa tradición
hebraica. En un mundo politeísta como vivían los hebreos, en que no
había el fenómeno del ateismo, había una pluralidad de dioses. Cuando
se preguntaba a un hebreo quién es tu dios, él contestaba con su
currículo vitae. Es el Dios de Abraham, Isaac y Jacó, o sea, un Dios
que tiene historia.

Los tres judíos son: primero Jesús. El mensaje de Jesús solamente se
puede comprender desgajando toda la tradición bíblica y mirando al
futuro de este concepto de reino de Dios, que una parte de la Iglesia
equivocadamente puso divorciada de la historia, cuando para Jesús
Reino de Dios es la culminación de la historia.

El segundo judío: Marx. Cuando Marx habla de la historia empieza por
el modo de producción comunista primitivo y va pasando por los demás
hasta llegar al análisis del capitalismo en vista de la construcción
de un futuro socialista y comunista. O sea, no se puede comprender a
Marx sin esta dimensión de historicidad del tiempo.

Y el tercero es Freud. Cuando uno va a la terapia, el psicoanalista o
psicólogo, si es posible quiere conocer tu vida intrauterina, para hoy
ayudar a tener un futuro con más salud, con más equilibrio. Entonces
esta dimensión está dentro de nuestra cultura. Si quitamos la
historicidad del tiempo o si permitimos que la racionalidad del
sistema capitalista logre imprimir en nuestras conciencias la
des-historización del tiempo, ya no habrá procesos liberadores, ya no
habrá conciencia crítica delante de las malezas producidas por este
sistema de opresión y alineación.

Veamos algunos datos que Atilio Borón, que lamentablemente no pudo
venir, ha tomado de una investigación que hace la Universidad de
Bergen, Noruega, sobre el panorama humano del mundo en que vivimos hoy.

En este momento somos 6,8 mil millones de habitantes en el planeta
Tierra. De ese 6,8 mil millones, 1 200,000 sufre desnutrición crónica.
La gente que muere de hambre son 18 millones de personas por año, la
mayoría niños con menos de 5 años, que muere como consecuencia del
hambre, de la falta de nutrientes suficientes para mantener bien la
salud. 2 mil millones no tiene acceso a medicamentos, medicaciones, no
pueden tratarse sus enfermedades. 884 millones no tienen agua potable;
924 millones no tienen techo o viven en viviendas muy precarias, como
favelas. 1,6 mil millón no tiene acceso a electricidad. 2,5 mil millón
no tiene condiciones sanitarias mínimas de vida. 774 millones son
adultos analfabetos, y 218 millones de personas entre 5 años y desde 7
años de edad trabajan en regímenes de semi-esclavitud. En otras
palabras, dos terceras partes de la humanidad, según la ONU, viven
debaj o de la línea de pobreza. Técnicamente son pobres toda la gente
que tiene una agenda mensual equivalente a 60 dólares o 2 dólares al día.

Entonces, cuando me hablan del fracaso del socialismo en el Leste
europeo me espanto. ¿Y por qué nunca se habla del fracaso del
capitalismo en todo el mundo? El capitalismo ha fracasado para dos
terceras partes de la humanidad. El capitalismo es exitoso para una de
esas partes de la humanidad, que disfruta del bienestar promovido por
el sistema capitalista. Entre 1988 y 2002 la participación de los más
pobres en la renta mundial se ha reducido de 1,16% a 0.92%, y el grupo
del 10% más rico del mundo en la misma época, de 1988 a 2002, tuvo un
crecimiento de su renta de 64,7% para 71,1%. O sea, una diferencia: en
pocos años, los más ricos se tornaron 6,4% más ricos todavía. Si
solamente este 6,4%, solamente, sin tocar en la renta que esa gente ya
tenía antes, fuese dividida, socializada, en el mundo sería posible
duplicar la riqueza o la renta del 70% de la población mundial. O sea,
la acumulac ión de la riqueza es un crimen de lesa humanidad. Pensar
que el 10% de los más ricos tiene poco más del 70% de la riqueza
mundial en sus manos! Este lado ciertamente es lo más impactante.
Cuatro ciudadanos de los Estados Unidos cuyos nombres son: Bill Gates,
Paulo Allen, Warret Buffet e Larry Ellison, los cuatro juntos tienen
una riqueza comparable al producto interno bruto de 42 naciones del
mundo que abrigan 600 millones de personas. O sea, de un lado 600
millones, del otro lado cuatro personas.

Entonces, ante esta situación, ¿cómo esperar que esa gente vaya a
respetar la naturaleza y el medio ambiente? Primero, porque nosotros
ahora estamos ingresando en una nueva e importante etapa de la
historia de la humanidad. Hemos pasado en los últimos 1 500 años por
dos épocas: la época medieval, que tenía como paradigma la fe, la
religión, la hegemonía de la Iglesia como institución social,
política, económica, y hace 500 años ingresamos en una nueva época, la
época moderna, de la cual al inicio fueron contemporáneos Copérnico,
Galileo, Descartes, Cervantes, Maquiavelo, Colón. Y nosotros que
estamos de antesala de una nueva época, la post-modernidad,, somos la
primera generación en 500 años, contemporánea de un cambio de época.
Nuestros abuelos no han conocido lo mismo. Han conocido épocas de
cambios. Mas un cambio de época es la primera vez en 500 años que
ocurre. Estamos pasando de la modernidad a la post modernidad. Por eso
hay todo incomodo, que hay, todo un cuestionamiento de valores, de
principios, de ética por este cambio de época.

Si el paradigma de la época medieval fue la religión, si el paradigma
de la época moderna fue la razón, ahora se trata de luchar por un
nuevo paradigma, y todavía el paradigma hegemónico es el mercado. Hay
una mercantilización de todas las dimensiones de la vida. Y nuestro
esfuerzo y este coloquio, y nuestro esfuerzo desde el ejemplo de la
sociedad cubana, es cómo contraponer al paradigma del mercado el
paradigma de la solidaridad, el paradigma de la socialización de los
bienes de la Tierra y de los frutos del trabajo humano. El paradigma
de la generosidad. No es fácil, porque las luces de la modernidad han
inculcado en nosotros conceptos que en su momento han sido muy
importantes y útiles, pero vistos ahora conocemos sus limitaciones, y
justamente estamos aquí en esta discusión para tratar de encontrar
nuevas formulaciones para estos viejos conceptos que ayuden a
construir un mundo me jor.

Cuando Martí afirma, por ejemplo, que Patria es humanidad, es
lamentable que las luces europeas no hayan escuchado esta afirmación.
Porque muchas veces las nuevas sociedades, incluso las sociedades
socialistas que han surgido en Europa, han pensado que patria es
desarrollo material. O sea, en nombre del socialismo se ha prometido a
cada ciudadano un futuro burgués. Y la gente esperaba el futuro
burgués, la gente esperaba que iba a ser propietaria de los medios de
producción, Mismo cuando Lenin afirma que revolución es electricidad o
electrificación, quizás si la voz de Martí hubiese sido escuchada, la
gente iba a percibir que una nueva sociedad no se construye
básicamente con desarrollo de las condiciones materiales, mas sí con
desarrollo de las condiciones subjetivas, humanas. Miren por ejemplo
todas las grandes figuras históricas, de los santos de la Iglesia a
los revolucionarios, a la gente altruista como Gandhi y tantos otros.
Ninguno de ellos ha tenido una vida cómoda, una vida fácil. Lo que
ellos han tenido es un sentido de vida, que hizo que esa gente haya
donado, haya arriesgado su vida para que otros tuvieran mejor vida.
¿Qué pasó con toda la generación revolucionaria de este país? Esa
gente se metió en la Sierra Maestra y seguramente muchos no esperaban
salir vivos de ahí. Pero ¿qué movía a esa gente a esa donación de su
vida? Movía la subjetividad, un conjunto de valores éticos, de amor a
los demás. Por eso muchas veces, con licencia del chiste, afirmo que,
en mi esperanza, el hombre nuevo y la mujer nueva van a surgir del
matrimonio de Ernesto Che Guevara con la Madre Teresa de Calcuta. (Aplausos)

O sea, nosotros debemos preguntarnos si nuestros discursos políticos,
si nuestras posturas ideológicas han sido suficientes para incrementar
una verdadera ética. Yo he trabajado mucho por Cuba en Cuba y los
países socialistas antes de la caída del muro de Berlín. ¿Por qué?
Porque con la edición del libro Fidel y la Religión entonces, China,
Rusia, Lituania, Letonia, Alemania, Checoslovaquia, Polonia, me
invitaron varias veces para un trabajo que ya no había más tiempo de
hacer, que era rescatar un buen diálogo entre el Estado y las
denominaciones religiosas. Porque las religiones valoran la
subjetividad. No había más tiempo, ya las cosas se iban abajo.

Y hoy me pregunto: ¿dónde estarán estos compañeros tan
convencidamente comunistas que conocí en estos países? O sea, esos
compañeros tenían sus opciones ideológicas movidos por una ética o
movidos por una ambición de poder? Hay un proverbio español que dice:
Si quieres conocer a Juanito, dale un carguito. (Risas) Y yo, en los
dos años que he trabajado en el gobierno Lula, yo pensaba antes: el
poder cambia al individuo, y descubrí que no, que el poder hace que el
individuo se revele. Si era una persona egoísta, prepotente,
gananciosa, déle un carguito y esto va a aparecer. Si era una persona
generosa, altruista, que tiene espíritu de servicio, también.

Entonces yo creo que nosotros tenemos que repensar qué postura ética
tenemos delante de la naturaleza y delante de la sociedad. O sea, esta
dimensión de que el hombre natural en Martí tenía dos dimensiones
intrínsicamente unidas: la dimensión de la emancipación nacional y
continental, porque el propio Martí decía, lo que es mi vastísimo
sentimiento continental. José Martí no pensaba solamente en Cuba, en
las Antillas, pensaba en todo el continente, y pensaba en el conjunto
de las Américas, de nuestra América. Entonces había esa doble
dimensión: emancipación política y la emancipación espiritual. El tema
de la espiritualidad es un tema recurrente en la obra y en la vida de
Martí. Muchas veces no hemos prestado atención a que cuando por
ejemplo el Ché habla de emulación está hablando de espiritualidad.

¿Y cómo se ha construido este concepto de valores éticos y
espirituales a lo largo de la Historia? Ustedes saben que los primeros
conceptos éticos han sido sacados del cielo de los dioses, de las
tradiciones religiosas. Una tradición religiosa determina para mí qué
es ser bueno y qué es ser malo. Por eso no se llama ética, se llama
pecado. Porque tu tradición religiosa considera bueno lo que mí
tradición considera malo. Por ejemplo, a un judío no le conviene comer
carne de cerdo, y yo como cristiano, a mí me gusta mucho la carne de
cerdo, y siempre voy a comer mi feijoada delante de la ventana de mi
vecino judío, para que me tenga envidia que puedo comer toda la
feijoada con la carne de cerdo que quiera, que es un plato típico del Brasil.

Ocurre que un hombre que también miró al cielo en búsqueda de
principios éticos. Y el cielo de este hombre, que se llamaba Sócrates,
era el Olimpo griego. Y todos nosotros sabemos que el Olimpo griego es
una vastísima casa de locos sin ningún principio ético ni moral. Padre
contra madre, madre contra hijo, hijo contra padre, en fin. Sócrates
se ha dado cuenta de que del Olimpo griego él no podía sacar ningún
principio moral. Esto ha sido la suerte de la razón humana. Porque no
podemos sacar del Olimpo, él buscó en la racionalidad, los principios
que deben orientar nuestra virtud enraizados en la subjetividad. Este
proceso de pasar de la racionalidad a la subjetividad se llama
educación, que tanto subraya Martí, se llama pedagogía.

Ocurre que con el tiempo vino la hegemonía, el período medieval, la
hegemonía de la Iglesia. Y se olvidó la ética y se habló más
llanamente de pecado. Y ahora que volvemos a una sociedad secularizada
estamos exactamente en la tercera margen del río. O sea, salimos de la
margen de una sociedad cuyas actitudes estaban condicionadas por el
concepto de pecado y todavía no llegamos a la otra margen del río, de
una sociedad enraizada subjetivamente en la ética. Quizás por eso haya
tanta gelatinización de valores, tanta corrupción, tantas decepciones,
tanta gente que vuelve atrás, tanta gente altruista, generosa, de
izquierda, que ahora se acomoda a un sistema. ¿Por qué? Porque no
hemos desarrollado una educación ética de la subjetividad. Porque
hemos cometido algunas equivocaciones. Primero: suponer que una
persona que nace en una familia cristiana va a ser un buen cristiano,
basta mirar los políticos exalumnos de escuelas católicas... Yo creo
que la mayor vergüenza para nosotros, cristianos, es que los países
más criminales del mundo, colonialistas, imperialistas, se consideran
hegemónicamente cristianos. Y esto para mí es la mayor vergüenza. O
sea, yo creo en Dios pero no creo en el dios de Bush, es otro. Ese es
como Marx, que había dicho que es opio el pueblo, más no es mi dios,
mi dios es el dios de Jesús, que murió como prisionero político, no de
hepatite en la cama o de desastre de camello en una esquina de
Jerusalén, y si bajo dos poderes políticos, condenado a la pena de
muerte por los romanos, porque su mensaje espiritual tenía fuerte
incidencia política y eso no era soportable por el poder de su época.

Así también ha sido un equívoco pensar que una persona que nace en una
sociedad socialista va automáticamente a ser una persona altruista,
generosa, que va a compartir los bienes y valores. O sea, en la
primera página de la Biblia se enseña que nosotros, los seres humanos,
tenemos dos problemas irremediables: plazo de vanidad: la muerte, y
defecto de fabricación, que la Biblia llama “de pecado original”.

Entonces hay dos maneras no dialécticas de hacer la construcción de
una sociedad de hombres y mujeres nuevos. Una, vamos a hacer una
emulación tan fuerte que toda la gente va a ser virtuosa. Esta manera
ha fracasado. Por ejemplo, en mi país todas las escuelas católicas han
producido los peores políticos. Y ni pensar en los explotadores, y
opresores, lo que lamentablemente hizo pensar que crear una isla de
valores muy generosos y positivos va a influir en la gente. No, porque
nosotros, como decía Ortega y Gasset, somos nosotros y nuestras
circunstancias. Entonces la educación, la escuela, es como un 20 por
ciento de la educación de un muchacho en un país capitalista que tiene
la televisión, la Internet, y con otra lógica, la lógica de la
ambición, de la acumulación, del individualismo y todo eso.

La otra manera es crear instituciones, de tal manera represivas, que
impidan a la gente cometer errores éticos como la corrupción, el
nepotismo, la acumulación privada de bienes y no sé qué cosa, tampoco
ha resultado de nada.

Entonces nosotros tenemos que mover y prestar atención a los conceptos
de Martí. Un año antes de morir él ha escrito:

“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las
lecturas extranjerizas,
confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimulada de los
ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por
fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de
los desamparados.”

Recuerdo que la primera vez que vine a La Habana, como hacen con
muchos turistas, me llevaron a Tropicana. Y había allí, y yo miraba
más a un grupo de rusos que había a mi lado, toqué a las muchachas que
bailaban arriba, porque esa gente estaba muy escandalizada, por qué
cómo un país socialista como Cuba puede tener ese tipo de arte o de
espectáculo. Entonces yo pienso que en Brasil habremos de construir un
día el socialismo con mucho carnaval, con mucha religión, con mucho
fútbol, o sea, no podemos, como decía Martí, hacer lecturas
extranjerizadas. Por eso me encanta saber que la raíz del proceso
cubano está, sobre todo, en Martí. En José Martí. En su obra y su
vida. Ustedes no han tenido que buscar ningún hombre ni figura
ideológica fuera para construir ese proceso.

Pero sigo la frase de Martí: “Dos peligros tiene la idea socialista:
lecturas extranjerizantes y la soberbia de los ambiciosos que empiezan
por fingirse frenéticos defensores de los desamparados”. Este es un
tema de la ética. O sea, no vamos a lograr una nueva sociedad si todo
el conjunto de esa sociedad no se transforma en un instrumento
pedagógico. O sea, si todo el conjunto de nuestra sociedad al hacer
pedagogía no impide en la conciencia de la gente, el sentido
comunitario, colectivo de nación, del esfuerzo que estamos haciendo
para construir un mundo mejor.

Nunca pude comprender cómo hay monjes y monjas anti-socialistas. ¿Por
qué? Porque todos los monjes y monjas viven en micro-sociedades
socialistas. Y curiosamente hay monjes y monjas que son
anti-socialistas. Vivir en una comunidad es saber compartir. Vivir en
una comunidad es saber y conocer el derecho de todos sobre mis
derechos individuales. Vivir en una comunidad es dar atención a las
necesidades de cada uno, y una atención colectiva comunitaria. Ese
proyecto de construir una nueva sociedad, ese proyecto de preservar
los bienes de la Tierra, no es fácil sobre todo tomando en cuenta que
el planeta en que vivimos en los últimos 150 años está destrozado en
30% de su autocapacidad de autogeneración. O sea, o hay intervención
humana o no se va a recuperar más.

El tema de la ecología es un tema tardío en las fuerzas progresistas,
lamentablemente. Durante mucho tiempo hemos pensado que eso de
ecología es cosa de los “verdes”, de la gente que quiere proteger
los leones marinos. No nos hemos dado cuenta de que nosotros somos
parte de la naturaleza, y, como ha dicho muy bien Fidel en Río de
Janeiro en la Cumbre de la Tierra en 1992, en la naturaleza la especie
más amenazada de extinción es el ser humano. No hay nada que pase con
nosotros que no tenga su reflejo en la naturaleza. No hay nada que
pase con la naturaleza que no tenga su reflejo en nosotros. Solamente
los capitalistas no saben eso o no admiten eso. Porque para ellos la
naturaleza es un terreno de explotación, de acumulación de ganancias,
o sea, tienen una relación sujeto-objeto con la naturaleza y no una
relación de austeridad con los pueblos originarios de este continente.
Los han diseñado, la naturaleza es parte de nosotros, vivimos de la
naturaleza, tenemos una relación amorosa con la naturaleza. Dentro de
poco todos nosotros nos vamos a sentar en una mesa para comer frutos
de la naturaleza, y esos frutos nos van a permitir tener un poco más
de vida. O sea, yo diría que cada vez que nos sentamos a una mesa para
una comida damos un beso en la boca de la naturaleza. O si quieren,
conmemoramos una verdadera eucaristía, en el sentido de que la
naturaleza se transforma en humanidad en nosotros, y nosotros
humanizamos la naturaleza. Esta relación nace justamente de una
conciencia de espiritualidad. Hart, en sus artículos, en sus
pronunciamientos en las –yo diría dos últimas décadas siempre ha
subrayado esa importancia.

Entonces yo quería terminar mi intervención diciendo que nosotros, si
queremos construir una nueva sociedad, hemos que enfrentar el desafío
de saber articular preservación ambiental con espiritualidad. Y cuando
hablo de espiritualidad, no hay que confundir con religiosidad. La
espiritualidad apareció en el mundo hace dos millones de años, desde
que el primer homo sapiens tomó conciencia de que tenía conciencia.
Mas las religiones tienen apenas 8 000 años. Son fenómenos muy
recientes en la historia de la humanidad. Y las religiones son
expresiones sociológicas de distintas espiritualidades, pero la
espiritualidad es inherente al ser humano. Y sin esta conciencia de
espiritualidad no logramos trabajar los valores éticos desde nuestra
subjetividad en una sociedad hegemonizada por el capitalismo y por
todos sus antivalores deshumanizadores. Como que los pobres no tienen
ningún valor , que el África merece morir de SIDA y de miseria y dos o
tres naciones tienen derecho a tener armas nucleares para ser dueñas
del mundo, y los otros, si quieren, pueden tener acceso a la energía
nuclear, y sobre todo, este antivalor tremendo, de que el valor que yo
tengo no depende de mi humanidad, depende de la mercancía que yo
aporto. Si llego a tu casa en guagua tengo valor Z, si llego en un
coche de lujo, tengo valor A. Yo soy la misma persona, pero en la
conciencia que se respira en este mundo, es la mercancía que porta la
persona lo que decide si tiene o no tiene valor. En otras palabras,
fuera del mercado no hay salvación... Y aquellos que están excluidos
del mercado, que no tienen acceso a los bienes de lujo y superfluos y
mercancías, no tienen ningún valor.

Mira, yo termino llamando la atención. Conozco bien las dificultades
de Cuba, que siempre digo a mis amigos en Brasil: Cuba no es solamente
una isla geográfica, es una isla cuádruple: por ser geográfica, por
ser el único país socialista de Occidente, por sufrir un criminal
bloqueo de los Estados Unidos, y por ser huérfana de la desaparición
de la Unión Soviética. Y a pesar de todo, Cuba resiste. (Aplausos)

Ustedes, cubanos, no tienen derecho a decepcionar a la humanidad. La
Revolución Cubana no tiene derecho de fracasar! Ustedes, cubanos, no
tienen derecho a volver atrás en este esfuerzo por construir un pueblo
solidario, un pueblo feliz. Pero estoy convencido de que no van a ser
las conquistas materiales los factores principales para traer
felicidad a este país. Las conquistas materiales son muy importantes,
pero jamás deben ser miradas como prioritarias. Lo más importante son
las conquistas espirituales, espirituales, o sea las conquistas desde
la subjetividad y que la gente misma, en momentos de mucha dificultad,
conozca el sentido de este esfuerzo comunitario de ir adelante.

Termino recordando a dos personas: uno, la más anticapitalista figura
de la historia de la Iglesia: Francisco de Asís. Él decía: no tengo
miedo a los ladrones, porque de mí ellos no tienen nada que robar.
Porque todos sus tesoros estaban dentro de él. Y el otro, vuelvo a
Sócrates. Sócrates, para descansar la cabeza, iba a las calles
comerciales de Atenas y miraba las tiendas. Y así como hoy los jóvenes
que allí trabajaban llegaban a la puerta y decían: Señor, ¿quiere
algo? ¿Puedo ayudarlo? Y el decía: No, solamente observo cuántas
cosas existen que yo no necesito para ser feliz.
Que así sea Cuba. Muchas gracias.

1.- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS IDEAS CUBANAS, por Dr. Armando Hart
Dávalos (Tomado de Juventud Rebelde 30/06/2010)

Por primera vez en la dilatada historia del hombre existe el peligro
real de que nuestra especie no pueda sobrevivir a causa de una
catástrofe ecológica de enormes proporciones o de guerras devastadoras
que rompan el equilibrio, cada vez más precario, que hace posible la
vida sobre el planeta Tierra.

Por otra parte, los descubrimientos científicos que se producen de
manera acelerada en el terreno de las ciencias naturales y en especial
de la biología y las técnicas de reproducción ­que han hecho posible
la existencia de formas de vida creadas artificialmente­ han puesto
sobre el tapete, con mucha fuerza, la necesidad de un replanteo de las
relaciones del hombre con la naturaleza en su conjunto, incluyendo las
demás especies, que tenga como fundamento principios éticos.

Desde Hipócrates y su juramento en el que los encargados de velar por
la salud del hombre y salvarlo de las enfermedades se comprometieron a
ejercer su arte «pura y santamente» hasta los descubrimientos del
ADN y del completamiento del mapa del genoma humano, el tema de la
ética en las ciencias de la vida ha venido adquiriendo una importancia
creciente.

En la cultura cubana, desde los tiempos forjadores de la nación, los
principios éticos de raíz cristiana adquirieron un papel clave en
nuestro devenir histórico. La ética ha sido durante milenios el tema
central de las religiones. Por ello he afirmado que la importancia de
la ética para los seres humanos, la necesidad de ella, se confirma por
la propia existencia de las religiones.

Su valor y significación son válidos tanto para los creyentes como
para los no creyentes pues ella se relaciona con las apremiantes
exigencias del mundo actual. Los creyentes derivan sus principios del
dictado divino. Los no creyentes podemos y debemos atribuírselos, en
definitiva, a las necesidades de la vida material, de la convivencia
entre los seres humanos. Puede apuntarse como una singularidad de
nuestra tradición cultural el no haber situado la creencia en Dios en
antagonismo con la ciencia, se dejó la cuestión de Dios para una
decisión de conciencia individual. Así se asumió el movimiento
científico moderno y ello permitió que la fundamentación ética de raíz
cristiana se incorporara y se articulara con las ideas científicas, lo
cual abrió extraordinarias posibilidades para la evolución histórica
de las ideas cubanas.

En nuestros días, las ciencias de la naturaleza, y en especial las
vinculadas a la vida humana, están brindando una conclusión acerca de
que no es correcto establecer una división o separación radical, como
ha sido costumbre, entre el mundo llamado objetivo y el denominado
subjetivo. Estas conclusiones científicas vienen a subrayar, una vez
más, lo avanzado del pensamiento filosófico decimonónico cubano y en
especial, de José de la Luz y Caballero hace más de 150 años.

José Martí, sobre el fundamento de esta cultura, expuso en varios
escritos, con el rigor de la ciencia y una gran belleza literaria, sus
concepciones acerca de la relación entre lo subjetivo y lo objetivo.
Ha quedado como un verdadero manifiesto ético lo que escribiera en su
artículo Maestros Ambulantes en 1884:

«La felicidad existe sobre al tierra; y se la conquista con el
ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del
universo, y la práctica constante de la generosidad (…) Ser bueno es
el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser
libre».1 Asimismo expresó la identidad esencial del universo cuando
afirmó: «Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia,
en la vida del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar, en
la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores, con sus familias
de estrellas».2

Esto debe servir de base al fundamento científico de la ética; ello
tiene enorme repercusión en la educación. Asimismo, el Apóstol nos
aporta sus ideas acerca de la relación del hombre con la naturaleza a
partir de su visión profundamente ética. Señala: «No concibo
propósito más alto que el de enseñar cómo tomar de la naturaleza
aquella serenidad y justicia y consuelo y fe de que está rebosante, ­y
cómo sacar de nosotros mismos, (…) la capacidad que tenemos, para la
consecución de la felicidad, de reconocer y confiar en la armonía de
nuestra naturaleza y en esa constante relación de la naturaleza y el
hombre cuyo conocimiento da a la vida un nuevo sabor, y priva a la
tristeza de buena parte de su veneno y de su amargura».3

> Luz y Caballero dijo que Félix Varela fue el hombre que nos enseñó a
pensar primero. Podríamos agregar: Luz nos enseñó a conocer; y Martí,
en base a esta tradición, y a su genio a actuar. Por último, sobre
estos fundamentos Fidel Castro nos ha enseñado y nos continúa
enseñando a vencer. Pensar, conocer y actuar en función de los
intereses de los pobres y de toda la humanidad están en la raíz de la
cultura decimonónica cubana que constituye el fundamento de la cultura
general integral que las más importantes figuras de nuestra
intelectualidad han sustentado.

Se impone como una necesidad insoslayable poner fin a esa dicotomía
estéril que establece una línea divisoria infranqueable entre lo
objetivo y lo subjetivo, entre razón y emociones, entre teoría y
práctica. He insistido en la idea que el principal error de los
materialistas del siglo XX fue olvidar que el hombre es también materia.

Sobre la base de estos antecedentes, las ideas políticas y el
pensamiento social cubano se articularon en el siglo XX con la cultura
europea de Marx y Engels insertándose en nuestra identidad a partir de
una interpretación original, como siempre lo ha hecho América Latina
con lo que le ha llegado del exterior. Por esto insistimos en que el
ideal socialista en Cuba se orienta por la interpretación de Mella,
Martínez Villena, el Che y Fidel. Asumimos la historia del socialismo
a partir de una visión crítica y apoyándonos en una vieja institución
jurídica que formulaba el derecho de aceptar herencias a beneficio de
inventario. De esta manera no tenía que cargarse con las deudas.
Fueron los elementos de la tradición cubana y latinoamericana los que
crearon los antecedentes de nuestras ideas de hoy.

Investigar, estudiar y promover los vínculos que unen a todos estos
componentes espirituales, piezas maestras de la tradición intelectual
de la historia de Occidente, solo se puede hacer sobre el fundamento
de una síntesis universal de ciencia y conciencia. Lo más trascendente
está en que ello constituye una necesidad objetiva para salvar la
civilización occidental del caos creciente. Está a la vista la
fractura de las bases éticas, políticas y jurídicas de las sociedades
más desarrolladas de Occidente, y en especial la norteamericana
actual, la cual constituye, como se sabe, el poder hegemónico del
capitalismo mundial.

Por estas razones, y en cuanto a Cuba y sus tareas educativas,
científicas y sociales inmediatas, se impone el fortalecimiento
jurídico y cultural sobre el fundamento de la historia nacional,
latinoamericana y universal; es necesario hacerlo con independencia de
los procesos intelectuales acaecidos en otras zonas del mundo.

Luego se podrían hacer las debidas comparaciones. De esta manera
estaríamos actuando en la forma en que expresamente nos aconsejó Carlos Marx.

Los gravísimos problemas descritos y denunciados por José Martí en su
tiempo han adquirido un nuevo significado y un carácter más peligroso.
Se está llegando a extremos que solo pueden enfrentarse con la mejor y
más valiosa historia científica y espiritual de nuestra América. Para
avanzar hacia una escala superior de esta cultura es preciso estudiar
métodos de investigación que tomen en consideración la realidad, y
promover la acción transformadora a favor de la justicia.

La Nación cubana alcanzó, desde su propio alumbramiento, una cultura
política y social situada en la avanzada de la Edad Moderna, porque
asumió la cultura occidental en función de los intereses de la
población trabajadora y explotada no solo del país, sino del mundo.
Recuérdese que Martí echó su suerte no solo con los pobres de Cuba,
sino de todo el orbe. Es preciso que educadores, científicos sociales
y científicos en general estudien con renovado espíritu crítico el
proceso de desarrollo de la educación, desde aquellos años forjadores
hasta nuestros días.

 1 José Martí. Obras Completas. Maestros Ambulantes. t. 8, p. 289, 2
J. Martí. O.C. Carta a María Mantilla. t. 20, p. 218, 3 J. Martí. O.C.
t. 23, p. 328

2.- “Las Bibliotecas y las Restricciones a la Información sobre
Cuba”, por Dreide Mc Donald Universidad de Texas Pan Amarican,
Edimburg, Texas (De la 1ra. Conf. Int. del ALMA, Monterrey) En ingles

For over one hundred years, the library, affectionately known as the
“people’s university,” has been one of the primary sites of
self-education in the United States for children, the working class,
immigrants, and members of disenfranchised groups of all types. Â
Recently, however, a number of pieces of legislation and executive
orders have severely infringed on the public’s ability to access,
use, and disseminate information found in, or provided by, libraries
and archives.  The USA PATRIOT Act, executive orders barring access
to archival materials, the closing of the Environmental Protection
Agency libraries, the Children’s Internet Protection Act, and
similar laws all have a direct impact on what the public can view and
discuss.  At the same time, community driven censorship is making a
comeback, as in the ongoing Vamos a Cuba case in Florida and the
multiple challenges to books like the Harry Potter series across the country.
  One of the key features of all of these acts, laws, and censorship
drives is that they keep people from being able to freely choose their
own means of self-education.  This may be done through direct
restrictions on reading materials and websites, or through the fear
generated by the threat of government surveillance and scrutiny of the
books a person buys, the websites viewed, or the materials checked out
of a library.  Jose Marti teaches us that “to be educated is the
only way to be free,” yet how can people engage in self-education in
a time when the very act of looking at controversial subject matter
can be recorded, analyzed, and subjected to possible persecution by
the state?  When I first proposed this paper, I was planning on
focusing my topic on public library services with the changing
political and social landscape of the Americas. However, I've decided
to re-frame my discussion today to look at academic libraries due to
the recent phenomenon of the huge in flux of new students into the
higher education system within the United States directly in response
to the economic crisis, unemployment, and depletion of the limited
social safety net for North American workers. This increase in
students has intensified problems within academia that have been
becoming more and more apparent in the recent years, most importantly
the corporatization of the university and the application of the
business model to higher education, along with increased doctrinal
standardization and the limiting of academic freedoms within the
university workspace.r
Without the ability to study and research any topic without free of
reprisal, it is impossible to have academic or intellectual freedom.
As the providers of many of the raw materials of research, libraries
have an important role to play in the maintaining and preserving of
those freedoms. Libraries are unique in having both a code of ethics
for individual librarians to follow and a separate Bill of Rights for
libraries and patrons; both of these are unified by the idea that we
must strive to create an environment where controversial ideas of all
types can be safely explored by anyone. We do this by collecting
materials­print, media, and electronic­and allowing access to these
without fear of disclosure, protecting the privacy of the patron.
> In the academic world, which many of us at this conference are part
of, this means that we as librarians are supposed to create an space
where students, faculty, and outside researchers have access to
multiple, often conflicting, and sometimes highly controversial,
materials, and where they can look at those materials privately,
discreetly, and without fear of repercussions from authority figures.
Unfortunately, the same forces that we have so often seen within the
Americas, intensifying most recently with the election of George W.
Bush and the consolidation of power in the United States with the
“War on Terror”, have affected all areas of access to information,
and have had a particularly chilling effect on the library world. We
have always had internal and external influences on the daily
operations of the library, things like questions about how our own
personal politics affect our selection of materials, for example, or
self-censorship, pressures of tenure requirements, budgets, and so
forth. Since 9/11, though, we have seen a real increase in the
external factors that are causing us to take notice and react in
different ways. There are two main areas that I see as a real and
immediate concern­government policies and laws which have had direct
effects on library services, and socioeconomic changes in the academy
that have a less dramatic but no less real i mpact on us. Within these
both, the economic crisis is accentuating the problems raised by the
political and social changes in the US, causing a growing number of
people to return to school to temporarily delay the harshest effects
of the recession within their own lives.
Let me start with laws and policies. Of all the post-9/11 laws, one of
the most notorious, and certainly one that has had the most impact on
libraries, is the USA PATRIOT ACT. This law, which was passed
immediately in the wake of 9/11 and has been reaffirmed numerous times
since then, is a nightmare for civil liberties within the United
States and for anyone caught in the “War on Terror” anywhere in
the world. It basically allows US government agencies to perform
together and autonomously to create a surveillance society where all
actions of citizens and visitors to the US are under scrutiny by
various security agencies. Touted as a way to prevent intelligence
failures that were due to lack of inter agency cooperation, in reality
it severely curtailed civil rights and created unprecedented power
within the executive branch of the US government and the security
agencies of the US.
There are two sections of the USA PATRIOT ACT that are most important
for libraries: 215 and 505. The first is section 215, which is based
on the Foreign Intelligence Surveillance Act of 1978 (FISA). FISA had
established the legal precedent for wiretapping and other forms of
remote surveillance. Section 215 broadens the FISA powers to allow
search warrants for
“production of any tangible things (including books, records,
papers, documents and other items) for an investigation to protect
against international terrorism or clandestine intelligence
activities, provided that such an investigation of a resident of the
US is not conducted solely upon the basis of activities protected by
the 1st amendment to the Constitution.” Also included is a gag order
against the person with the FISA warrant to keep them from saying they
received the warrant or what material was requested.
What Section 215 allows is for a US Intelligence Agency or police
agency to ask a library to divulge the records of either an individual
(what has person X been reading or what websites has person Y looked
at recently) or to obtain a list of all people reading a specific
book, without the affected parties knowing and without the person
within the library being able to notify other workers or patrons.
Has this actually been used in your library? Due to the gag order, we
have no real way of telling In informal surveys conducted within the
library community during the first few years of the law, 5% of
academic and 6% of public libraries said that they had been contacted
by authorities for patron records. Later surveys hover around 10%. In
2003, though, then-Attorney General John Ashcroft assured us that
Section 215 had not been used but perhaps he meant that in the same
way that he meant that we haven't used torture.
What we do have proof of is that section 505, which covers National
Security Letters and has similar guidelines as 215, has been used
against libraries to obtain information on patrons. The most
celebrated case is Doe vs. Gonzalez, in which 4 Connecticut
librarians, whose library consortium had been issued a NSL in 2005,
challenged the gag order on constitutional grounds. Eventually, the
government dropped the case. In the US legal system, however, dropped
is not the same as losing a case. Without the legal challenge carried
through to court, the law stands and the section can continue to be
used. Like the travel ban to Cuba, those who most want to challenge
the law and have their day in court are denied this chance by the US
government being unwilling to pursue the case to the end.
Regardless of whether other librarians stand on principle and refuse
to comply with the National Security Letters, the law clearly has a
chilling effect on research and education. Any website you look at or
book you check out could be analyzed as part of an effort to identify
potential terrorists, terrorists as defined by current US law and
practice. Librarians have a special role in our society as the people
who are charged with safeguarding your access to information without
fear, and as such have taken as active stand against these policies,
as evidenced by the Connecticut case. Individually, libraries have
also taken creative, if limited, ways of reacting to these requests,
including destroying patrons records as soon as possible, bringing the
issue of privacy to the attention of patrons, updating policy and
procedures so that all staff know how to respond to a NSL, and even
posting signs saying things like “The FBI has not been here today
(watch closely for the remo val of this sign).
While these small acts of resistance are commendable, within academic
we are often hampered by institutional policies, especially those of
Information Technology departments, which backs up records and can
monitor electronic transmissions without the knowledge or
participation of the library.
Another issue that we have had to deal with is outright censorship by
the US government. We are all familiar with grass-roots censorship
attempts. These are usually community organized, and often based on
the group taking offense at children’s materials that are deemed to
be either politically or morally suspect. The Miami-Dade parents who
challenged the children’s book Vamos a Cuba on the basis of its
content on Cuba is an excellent example. These members of the
notoriously loony Miami-based Cuban American community believed that
the content of this book was inappropriate for children because it
portrayed Cuba as just another country, where children did pretty much
what other children did in the rest of the world. And, especially, the
book’s author committed the sin of showing children in their school
uniforms! Because the book did not focus on portraying the political
system in Cuba in a negative way, the parents demanded that the book
be removed from the shelves. This case has been in an out of the court
system for a number of years. Currently, the 11th Circuit Court has
upheld the removal of the book from all Miami-Dade schools. The case
will now head to the US Supreme Court. Initial discuss is expected in
later this month, and will be considered as ACLU of Florida v.
Miami-Dade County School Board.
This kind of locally-produced censorship is fairly common in the
United States, and generates a lot of discussion among politically
aware people. The American Library Association has a Banned Books Week
every year to bring the issue to the attention of the public. In
general, the consensus in the United States is that this type of
censorship is not desirable in a democratic country, and that the
freedom to read is protected within the First Amendment.
The type of censorship that is less well-know and less publicized in
the United States is outright censorship by the government. In popular
thought, this is seen as something that happens in other places, that
is, foreign, non-aligned places like North Korea or Cuba. Yet, of
course, it is happening in the United States, and, again, is being
orchestrated under the umbrella of national security issues. One of
the most controversial federal censorship issue has been the
withdrawal of materials from Federal Depository Libraries. The Federal
Depository Library System is a cooperating group of libraries that
guarantees access to US government information. In October 2002, the
Government Printing Office told 335 federal depository libraries to
remove and destroy a US Geological Survey CD-ROM mapping water
supplies in the US. This had been issued more than 2 years earlier,
yet new federal terrorism concerns demanded that the government
restrict access to what had been public in formation for years. In
2004, the GPO again had libraries destroy materials, this time five
publications from the Department of Justice dealing with seized
assets. This time, libraries successfully protested, and the request
was withdrawn. Other concerns with access to US government materials
continue. Under President Clinton, the US government began to convert
publications to electronic, web-delivered materials. The vast majority
of US government publications are now online, and many online only.
The potential for withdrawal of materials in an electronic environment
is much greater than when physical copies exist in numerous locations.
An innocent, but illustrative, example of the potential for
restricting access to these publications happened just last month,
when a government server went down for a number of days, effectively
stopping access to many publications temporarily.
Another form of outright censorship under Bush was Executive Order
13233. This order, written by the ever impressive Alberto Gonzalez and
put in effect on Nov. 1, 2001, limited access to US presidential and
vice presidential records. It gave broad powers to not only the
sitting US president, but the Vice President and family members to
keep presidential records closed. A number of organizations like the
American Historical Association and Society of American Archivists
challenged this order, and some small parts were amended, but in
general the lack of access to these documents remained in place.
What potential is there for change? There was much excitement within
the library community with the election of Barak Obama, but recently,
there has been little to be happy with. In May 4th, 2009, article from
the Nation, “A Lexicon of Disappointment,” Naomi Klein describes
the up and down emotions that the more progressive elements of the US
public have been experiencing under Obama as a :
“Hoper coaster. Like a roller coaster, the hoper coaster describes
the intense emotional peaks and valleys of the Obama era, the veering
between joy at having a president who supports safe-sex education and
despondency that single-payer healthcare is off the table at the very
moment when it could actually become a reality. Sample sentence: "I
was so psyched when Obama said he is closing Guantánamo. But now they
are fighting like mad to make sure the prisoners in Bagram have no
legal rights at all. Stop this hoper coaster--I want to get off!"
Librarians have definitely been on this “Hoper coaster” since the
election. On his first day in office, Obama cancelled Bush's executive
order blocking access to presidential papers, declaring a “new era
of openness in our country.” Hurray! This was an important step
towards the public regaining access to information that is rightfully
theirs. We’ve seen no changes since. Several of the more offensive
parts of the USA PATRIOT Act are set to sunset out in December, 2009.
Will Obama help make sure that those are not renewed? Many are getting
back on the Hoper Coaster on this one, but we have seen no real
indication that there is the interest in the Executive Branch to make
the changes happen.
Moving away from national policies, I'd like to discuss how informal
changes and trends within academia have also affected the nature and
quality of access to information, and ideas about education and
learning in general. The most important broad trend has been the
application of business models to the university setting. While there
has always been a strong relation between business interests and
higher education, since the 1980s, we have seen educational philosophy
and expectations change greatly towards a “just-in-time” and
“need-to-know” style of education. This has always been the focus
of US trade schools, but higher education was seen as creating a fully
educated person who would take a leadership role in society. Yes, it
was indoctrination, but it was a kind of indoctrination that
recognized that effective leaders in a pluralistic society needed a
broad understanding of the world that was only developed through a
study of the liberal arts. By the 21st ce ntury, this was no longer
the case. Business has become the most popular major on campus.
Humanities departments are in ruins. Social Science thrives in schools
where it has oriented itself to service power, and follows the
Humanities when it refuses. Here at the conference, Phil Zwerling’s
talk on the ethics of National Intelligence Agency-sponsored programs
on campus is an excellent example of how this affects the university
and its mission.
The business model permeates all aspects of university relations, but
the most insidious is the way it changes student expectations and
behaviors. Universities market themselves to students, especially
non-traditional ones, as having the sole purpose of helping students
attain a better, more highly paid, job. Instead of emphasizing how
education can help all aspects of one's life, the focus on financial
gain turns students into pure consumers of education. Students expect
to receive a degree for their money, not the chance to become a better
educated person. This creates a climate where students are unwilling
to do schoolwork, but professors are unable to enforce educational
standards because they are told that the students need to be
accommodated. The quality of education declines, faculty burn-out is
high, and students are sent out with sub-minimal skills at the end of
four years. But, the university makes a profit and can continue to expand.
For libraries, this means that students and faculty are less likely to
do research based on interests and the desire for intellectual
self-improvement. As we fight to retain researchers’ abilities to
freely use a wide variety of information, we see less of an interest
in using controversial materials or exploring topics other than those
considered safe. With less use of resources, the ability to argue that
the library continues to need decent funding levels falls flat on
profit-oriented university administrators. At the same time, we see
our actual sources of information become consolidated into fewer and
fewer hands. University press publishers are publishing fewer books,
and in fewer subject areas. The move to electronic journals and
databases has put the distribution of information into the hands of a
small number of companies that can set very strict terms on the usage
of their products, often terms that contradict the core values that
libraries have for free acce ss to information.
Technology changes, from the electronic databases to the rise of
social networking, have also placed a great challenge on librarians'
abilities to protect privacy and access. University IT departments and
information security policies generally place emphasis on the ability
to control access and trace back to specific problems through building
redundant systems. Electronic information flows out of the library and
into the university IT systems. At that point, the data no longer
remains in control of the library, and all attempts to protect privacy
are impossible. With the advent of social networking sites like
Facebook and MySpace, students have less concern themselves about
privacy, and many don't seem to have the expectation that anything
will be private anymore. Database vendors encourage this attitude by
allowing options for sharing research and personalizing databases.
Again, this information is stored, not by libraries, but by a
profit-making organization that doe s not have the same ethical
guidelines that librarians have. When records remain in the library,
we can make every effort to assure that those records are kept
private, but this is no longer an option for the majority of research
conducted through the modern university library.
We are here at this conference to talk about the soul of our Americas.
The people that we honor at this conference­Marti, Lincoln,
Juarez­were all people who believed in ongoing and continual
self-education. The desire to learn, to examine differing ideas, to
discuss possibilities, to explore topics of any kind, these are the
traits that we need to instill in our societies in order to create a
more just world. For over 200 years, there has been a home for the
development of these ideas: the library. Libraries have been the place
that people can go to safely learn about whatever they want or need. A
librarian won't willingly tell a child's parent what the kid read, a
husband about the choices of a wife, a professor what a student
checked out, nor tell a police officer what you are reading. My
biggest fear is that this may no longer matter. In an age where
education means getting ahead and privacy is whether or not you decide
to add a friend to Facebook, do these v v alues still make a difference?

3.- AGRICULTURA, MEDIO AMBIENTE Y CIENCIAS SOCIALES: PERSPECTIVAS.
TEÓRICAS DE LA AGRO ECOLOGÍA. PONENTE: JULIÁN AUGUSTO VIVAS GARCÍA
DOCENTE UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, SEDE BOGOTÁ. Correo:
javivasg@unal.edu.co

RESUMEN

La agricultura moderna presenta síntomas de una profunda crisis. A
partir de las últimas décadas del siglo XX, la consolidación de un
“poder verde” transnacional, que se apoya en la dependencia de los
países del sur, y que está conformado por grandes productores de agro
tóxicos, granos y forrajes, por poles de siembra o acaparadores de
patentes sobre semillas o material genético, dan prioridad a las altas
tasas de rentabilidad antes que a las necesidades alimentarias de la
población mundial; lo mismo podría decirse de una serie de
instituciones y acuerdos comerciales internacionales destinados a
administrar los subsidios y las políticas agrarias a nivel global.
En este contexto global de profunda tensión socio ambiental, el
intento de reconstruir una agricultura a la medida del hombre aparece
como una necesidad imperante. Las propuestas llevan ya algunos años en
los escenarios de discusión. La agricultura ecológica, por ejemplo,
propone desarrollar una agricultura ambientalmente sana, socialmente
justa, económicamente viable y culturalmente aceptable.
La ponencia presentada al II Coloquio Internacional José Martí: Por
una cultura de la naturaleza, intenta socializar y discutir una
investigación de largo alcance en la que se analizan los postulados
epistemológicos y teóricos de la propuesta agro ecológica, y se
propone su validez para una recrear las concepciones sobre lo rural y
lo agrario con las que usualmente se ha escrito la historia de la
agricultura, y que a su vez alimentan imaginarios que se encuentran
implícitos en las políticas, en las instituciones y en la academia.

UNA TRAYECTORIA LATINOAMERICANAa
A partir de la década de los años noventa la mayor parte de los países
latinoamericanos experimenta una serie de cambios fundamentales en sus
estructuras económicas y sociales que a su vez transformaron los
actores, las instituciones y las ideas que convergieron en la
definición de las formas de desarrollo rural que predominaron durante
casi todo el siglo XX.
También como producto de estas transformaciones, en los últimos años
han ocupado un lugar importante los debates sobre el nuevo papel de la
agricultura 2 en el desarrollo económico, así como las
caracterizaciones sobre los límites de la participación del Estado
dentro de la economía. Lejos de reducirse a una cuestión eminentemente
técnica, el análisis del desenvolvimiento de las políticas agrarias en
el continente hace parte de la comprensión de las tendencias
históricas de intervención y regulación Estatal que acompañan el
proceso de acumulación capitalista, y del papel que dentro de este
proceso ocupan tanto la reestructuración productiva de las economías
agrarias, como las respuestas de los actores sociales involucrados.
Pero a diferencia de otros momentos históricos previos de
transformación, hoy aparecen en la escena de las sociedades
latinoamericanas algunos elementos inéditos: una creciente
preocupación por los riesgos derivados de la destrucción de los
ecosistemas habitados por las sociedades rurales; así como una nueva
etapa del proceso de globalización que se cierne sobre las formas de
vida de estas sociedades.
1 Altieri, Miguel. Agroecologia. Bases científicas para una
agricultura sustentable. Nordan Comunidad 1999.
2Con el término agricultura nos referimos a la producción de cultivos,
ganado, pesca y productos forestales.

Durante las primeras dos décadas del siglo XX la economía de la mayor
parte de los países latinoamericanos se caracterizaba por el
predominio del sector primario y primario exportador 3. Esta era en
buena medida una parte importante de la herencia de los tres siglos de
historia precedente. Pues si la violencia de la conquista ibérica
significó la paulatina mercantilización de la naturaleza que provocó
la desorganización de los sistemas agrícolas originarios, así como la
apropiación europea de una gran cantidad de productos mineros y
agrícolas con las consecuentes transformaciones de los ecosistemas y
del paisaje, el largo periodo colonial se concretó en un gigantesco
dispositivo de reordenamiento social y ambiental de los territorios en
función del establecimiento de lo que ha sido denominado una
“economía de rapiña”, cuya lógica es la vinculación con el mercado
global y la producción y reproducción de mecanismos de exclusión
social en el territorio 4.
Pero la crisis global del capitalismo en 1929 abrió la posibilidad
para que estos países iniciaran un desarrollo industrial de
manufacturas para el mercado interno que estableció una compleja
interdependencia entre la agricultura y la industria.
En este nuevo direccionamiento de las economías latinoamericanas hacia
lo que hoy conocemos como la industrialización sustitutiva de
importaciones fueron importantes no solo los cambios en los flujos
financieros y de mercancías a nivel internacional, sino también las
profundas transformaciones en la correlación de fuerzas que se
expresan dentro del Estado.
Así, las disputas entre el capital industrial y el agro minero, pero
también el fortalecimiento de las organizaciones obreras y campesinas,
fueron características centrales del escenario político y económico de
la mayor parte de los países latinoamericanos. En el primer caso, hubo
una tendencia a la destrucción, por la vía de la política agraria o de
los movimientos revolucionarios populares, de la gran propiedad
terrateniente a favor de las necesidades del desarrollo industrial.
La compleja interdependencia entre la agricultura y la industria, así
como los roles asumidos por las elites económicas y políticas
relacionadas con estos sectores, va a estar marcada, durante buena
parte de la segunda mitad del siglo XX, de un lado, por las crecientes
necesidades de insumos, maquinaria y equipo que fueron financiadas
especialmente por las divisas de la exportación de bienes primarios y
en última instancia por el endeudamiento; y de otro lado, por la cada
vez mas significativa transferencia directa de insumos desde la
agricultura hacia los sectores urbano industriales.
A partir de este proceso la agricultura empieza a ser vista
instrumentalmente como un sector subsidiario de otros sectores
económicos “mas dinámicos”, y por tanto la mayor parte de los
Estados impulsan, en diferente grado, un proceso de modernización de
la agricultura que transcurre desde los comienzos de la agroindustria
en la década de los años cuarenta, hasta el desarrollo de lo que en la
mayoría de los países de América Latina llegó a denominarse como La
Revolución Verde.
Ambos tienen en común la búsqueda de mayores tasas de productividad y
rentabilidad en el campo. Aunque algunas de las políticas que
expresaban un cambio hacia otro modelo de desarrollo, se empezaron a
aplicar durante las dictaduras militares del Cono Sur en la década de
los setenta, es con las dificultades fiscales que experimentan los
Estados latinoamericanos a comienzos de los años ochenta, las cuales
se traducen en una crisis de la deuda externa (en menor medida en
Colombia que en México), y a posteriori en un crecimiento de la base
del sistema financiero privado, que se inicia un proceso de
reestructuración económica de las sociedades latinoamericanas.
Dicha reestructuración se consolida hasta comienzos de la década de
los años noventa cuando los gobiernos latinoamericanos emprendieron un
rápido proceso de aplicación de una serie de políticas ortodoxas,
basadas en la estabilización del déficit fiscal, de la inflación y la
balanza de pagos; y por otro lado, en la eliminación de las formas de
protección y regulación del Estado. El papel protagónico entregado al
mercado como asignador de recursos tiene entonces como una de sus
consecuencias la de generar un profundo cambio en la relación entre el
Estado y la economía en comparación con el modelo anterior.
Partiendo de un diagnostico sobre el aparente fracaso del modelo
proteccionista e intervencionista de sustitución de importaciones que
predominó con diferentes matices en los países latinoamericanos
durante buena parte del siglo XX, se sostiene desde los discursos que
soportan técnicamente estas transformaciones, que las instituciones
públicas, per se, asignan recursos de manera inadecuada, y que por
tanto el Estado, caracterizado como un ente burocrático, centralista,
rígido e improductivo, era incapaz de interactuar con las nuevas
estrategias de competitividad, reinserción en los mercados
internacionales, apertura comercial y promoción de las exportaciones
5. Las instituciones financieras, las corporaciones transnacionales,
los precios de mercado con su aparente capacidad de ajustar
automáticamente la oferta y la demanda, así como la implantación de
paquetes de medidas promovidas des de organismos internacionales como
el Fondo Monetario Internacional y basadas en la aplicación de
subsidios, son ahora los actores privilegiados de un modelo de
desarrollo que ha dejado de ser parte de una tendencia coyuntural para
convertirse en parte de un cambio estructural de la sociedades
latinoamericanas, un discurso civilizatorio como le llaman algunos
autores para mostrar la amplitud de los cambios generados por el
neoliberalismo 6.
En el escenario de las sociedades rurales, las cuales comprenden no
solamente a la población campesina, sino también a las características
de los ecosistemas naturales, a las formas de socialización y de
estructuración social históricamente construidas 7, dichas
transformaciones han significado un cambio profundo en los actores,
los paisajes, y en las formas como el Estado se concreta y opera sobre
estos escenarios, es decir en las políticas agrarias 8. Por un lado,
con los pasos hacia una agricultura abierta y desregulada que se da en
el marco de la aplicación de lo que se conoció como el Consenso de
Washington a finales de la década de los ochenta y comienzos de los
noventa se abre un nuevo debate sobre la transición económica de la
agricultura en la mayor parte de los países latinoamericanos. Esta
vez, el debate presentado en una buena parte de la literatura
representativa,9 y luego aplicada en una serie de políticas para el
sector agropecuario ha estado marcado por la presión que sobre la
agricultura mundial ha ejercido la creciente necesidad de una mayor
producción de alimentos y de biomasa para la producción de agro
combustibles, así como por los límites del papel del Estado en la economía.
Como una de las consecuencias de estas transformaciones estructurales
podemos anotar, en un primer lugar, la rápida extensión del complejo
financiero, industrial y de servicios trasnacionales a la producción
agropecuaria de los países con alto potencial agrícola, y en
consecuencia se da una modificación de las sociedades y los paisajes
rurales. Por ejemplo, la consolidación de un poder verde
transnacional, que se apoya en la dependencia de los países del sur, y
que está conformado por grandes productores de agrotóxicos,
biotecnología, granos y forrajes, o acaparadores de patentes sobre
semillas o material genético, así como la consolidación de una serie
de inversionistas, instituciones y acuerdos comerciales
internacionales destinados a administrar el capital, los subsidios y
las políticas agrarias a nivel global, da cuenta de un nuevo momento
de reestructuración de la vida económica y social de las sociedades
rurales. Esta nueva etapa se caracteriza entonces por el énfasis en la
competencia de los países del norte por acceder a los recursos de los
países del sur, pero también a los depósitos de desechos localizados
allí 10. Es decir que, al tiempo que se reforma la producción
capitalista, especialmente en tiempos de crisis, se “rehace la
naturaleza” de acuerdo con las necesidades de rentabilidad; y
“rehacer la naturaleza significa mayor acceso al medio natural como
“fuente” y como “vertedero”.11
3 El modelo de economía agro exportadora puede entenderse hoy como una
forma de organización, una estrategia de desarrollo vigente para las
economías de los denominados países en desarrollo, que focaliza sus
esfuerzos en la disposición y exportación de bienes primarios a los
países desarrollados.
4 Castro Herrera, Guillermo. Naturaleza y sociedad en la historia de
América Latina. Panamá: Cela, 1996.
En un segundo lugar, es visible ahora la intensificación de las
condiciones impuestas por esta etapa del proceso de globalización
mientras se encauza una gran cantidad de recursos económicos para la
transformación de la producción agropecuaria en el entorno local de
las sociedades rurales latinoamericanas.
En efecto, esta etapa de la globalización puede definirse en buena
medida porque las contradicciones entre lo local y lo global aparecen
como hechos cada vez más patentes. Ha diferencia del proceso de
modernización que ponía delante de los países del sur la experiencia
de occidente como modelo y camino a seguir, este nuevo momento de
reestructuración de la vida económica y social se basa en la creación
de espacios de especialización, de nichos sociales y de mercado para
los estados-nación, para las regiones y las comunidades campesinas,
cuya autonomía en el uso de la tierra es ahora presa de los mandatos
de los inversionistas internacionales, conductores de esta nueva etapa
del modelo de desarrollo. En estas condiciones –dice Phillip
McMichael- “la globalización es todo, menos universalista en sus
consecuencias. Asigna a las comunidades, las regiones y los
Estado-nación (…) nuevas funciones especializadas (entre ellas la
marginalidad) en la economía global. Mientras que el proyecto de
desarrollo suponía la reproducción económica y social de las naciones
sobre la base de una producción nacional, el proyecto de globalización
dif f erencia a los Estados y sus regiones como productores de un
producto global”12.
Sin embargo, este proceso de reestructuración productiva no tiene un
carácter exclusivamente económico, sino que es también un fenómeno
cultural que refiere a las drásticas modificaciones en los ecosistemas
rurales que se manifiestan problemáticamente a través de rupturas en
las relaciones sociales encargadas de proveer sustento a muchas
comunidades rurales y urbanas, en la precarización del funcionamiento
de las sociedades campesinas, en sus formas de vida, sus técnicas y
conocimientos, muchos de ellos con un carácter milenario13.
5 Villasuso, Juan Manuel. Cambio Estructural y reformas
institucionales en la Agricultura de América Latina y el Caribe. IICA,
Noviembre de 1993.
6 Max-Neef, Manfred. Economía, Humanismo y neoliberalismo. En: Fals
Borda, Orlando (Comp). Participación Popular, Retos del futuro. IEPRI,
Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1998.
7 Siqueira, Deis; Osório, Rafael. “O conceito de Rural” En:
Giarracca Norma. ¿una nueva ruralidad para América Latina?. Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) 2001.
8 Vargas Velásquez, Alejo. Notas sobre el Estado y las políticas
públicas. Almudena Editores. Bogotá, 1999.
9 Buena parte de los postulados de la reforma estructural son
presentados en Villasuso J. Allí también se hace un resumen de las
reformas aplicadas en el caso colombiano, sobre las cuales vale la
pena hace un somero inventario: En el sector financiero se dio, a
principios de los años noventa, la privatización de los bancos
oficiales relacionados con el crédito agropecuario, el Banco Ganadero
(Venta mayoritaria de acciones al BBVA), el Banco Cafetero (La
Federación de Cafeteros y el Estado venden sus acciones), y
posteriormente la Caja Agraria, de la cual se eliminan primero algunas
de sus actividades de asistencia técnica (producción y
comercialización de semillas, entre otras). En el mismo sector, el
Programa de Desarrollo Rural Integrado (DRI) se convirtió en el Fondo
de Cofinanciación para la Inversión Rural que continuó adscrito al
Ministerio de Agricultura, y por otro lado, se con stituyó el Sistema
Nacional de Crédito Agropecuario, FINAGRO y la Comisión Nacional de
Crédito Agropecuario. En materia de comercialización se promulgó la
Ley Marco de Comercio Exterior que permite al sector privado mayor
participación en la importación de productos agropecuarios, se
sustituyeron cuotas y otras barreras a la importación por mecanismos
de franjas de precios, se crea el Ministerio de Comercio Exterior y
Proexpo se transforma en Bancoldex. Pero es en materia de
comercialización interna en donde se producen los cambios mas
sensibles a la población campesina, por un lado se eliminan, con
excepción de la franjas de precios para la leche, todos los controles
de precios, y al mismo tiempo se privatiza el IDEMA. En materia de
Investigación y transferencia tecnológica el ICA, de carácter público,
se transformó en Corpoica, de naturaleza mixta; se crea también el
SINTAP (Sistema Nacional de Transferencia de Tecnologías) y se
descentraliza en los gobiernos locales, a través de las UMATAS, las
labores de asistencia técnica. La política de tierras sigue este mismo
sesgo cuan do desde comienzos de los ochenta se sustituyen los
proyectos de reforma agraria por los mecanismos de mercado de tierras,
a lo que le sigue la supresión de algunas funciones del INCORA (entre
ellas la cofinanciación en construcción de vías y caminos vecinales,
adecuación de tierras de colonización, y crédito directo a campesinos)
y luego el cambio de su naturaleza cuando se sustituye por el INCODER.
10 McMichael, Phillip. “Reconsiderar la globalización: otra vez la
cuestión rural” En: Revista Mexicana de sociología, año L,No. 4,
octubre-diciembre 1998. Pág. 23
11 O´Connor, James. “Es posible el capitalismo sostenible”. En:
Alimonda, Hector (Comp). Ecología Política, Naturaleza Sociedad y
utopía. CLACSO. Buenos Aires, 2002. Pag. 32.

En consecuencia, la actuación de las comunidades y movimientos
campesinos aparece como un referente obligado e importante para
analizar críticamente las transformaciones económicas y sociales
vividas en las sociedades rurales en las últimas décadas, así como un
ingrediente importante en formulación de proyectos alternativos de
desarrollo. Los campesinos de Chiapas, cuyo levantamiento contra el
Tratado de Libre Comercio que entró en vigor en 1994 ha tenido una
resonancia internacional, son un ejemplo de esta importancia14. Lo
mismo podría decirse de una gran cantidad de movimientos campesinos y
otros grupos sociales que siguen resistiendo a la amenaza de expulsión
o de ser convertidos en asalariados pobres de las agroindustrias.

UNA NECESARIA REDEFINICIÓN DEL DESARROLLO
Más de dos décadas de aplicación de políticas neoliberales en el
continente han dejado una gran cantidad de efectos sociales que se
evidencian, por ejemplo, en la drástica caída del ingreso real de los
trabajadores urbanos y rurales durante los últimos años, acompañada
ésta de una elevación de los indicadores de concentración de la
riqueza y el ingreso, en los aumentos de las tasas de desempleo rural
y urbano, así como en la privatización de los sistemas de seguridad
social con la consecuente entrega de la garantía del derecho a la
salud, lo mismo que de la educación, a los mecanismos de mercado15.
En 2009 la pobreza rural para América Latina cubría a cerca del 50% de
la población, y la indigencia lo hacía sobre el 41%, mientras que, al
mismo tiempo, el porcentaje de la población total que se encontraba
por debajo del consumo mínimo de energía alimentaria era cercana al
20%16. La población rural excluida al acceso sostenible a fuentes de
agua fue mayor al 20%, mientras se vertieron sobre estas fuentes y los
suelos agrícolas del continente cerca 76.000 toneladas de plaguic idas
y herbicidas, con la alarmante relación de cerca de un cuarto de
tonelada por hectárea17.En Colombia, la dimensión del conflicto armado
que vive el país desde hace mas de seis décadas, complejiza aun más la
situación de las sociedades rurales latinoamericanas. Cerca de un 60%
de la población rural vive en la pobreza, y un 27% lo hace en la
indigencia. Las cifras sobre el nú mero de desplazados en Colombia van
de los 2,4 millones a los 3,7 millones, con cerca de 200.000
desplazados nuevos por año. A finales de 2008 la Contraloría General
divulgó una cifra según la cual paramilitares y narcotraficantes se
han apropiado hasta el momento de entre 1 y 4,4 millones de hectáreas,
la Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el
Desplazamiento Forzado afirmó a comienzos de este año que fueron 5,5
millones de hectáreas las que fueron obligadas a abandonar por la
fuerza, lo que en cualquiera de los dos casos equivale a algo mas del
60% del área cultivable en Colombia 18.
Cada vez somos mucho mas conscientes de que una gran cantidad de
conflictos ambientales rodean o subyacen a cada un de estas
problemáticas: por ejemplo, fuera de los conflictos de sobre
utilización o subutilización, buena parte de ellos adjudicados aun a
la ganadería extensiva, la deforestación, la erosión, la salinización
y compactación de suelos es cada vez mas extendida en la mayor parte
de las regiones; tenemos además el mayor consumo de plaguicidas por
hectárea de toda América Latina, exactamente 27139 toneladas de
pesticidas se vertieron en las aguas y los suelos del país en el año
2000, algunos años antes de que el glifosato fuera protagonista del
Plan Colombia 19. Frente a estas realidades, algunos de los procesos
de resistencia campesina han estado acompañados de proyectos y
propuestas de desarrollo local que han corrido paralelas a los
procesos de transformación del Estado dentro de la reestructuración
capitalista en América Latina, pero han sido invisibilizados en los
escenarios políticos nacionales por el carácter hegemónico de la
ideología que hace parte de aparato neoliberal 20.
Encontramos, por ejemplo, movimientos que a lo largo de Centro y Sur
América se oponen a la deforestación, a los efectos ambientales del
monocultivo, o a las patentes sobre las semillas; comunidades que
promueven campañas para la conservación del germoplasma o por una
mayor garantía de seguridad alimentaria. Al mismo tiempo, surgen y se
consolidan comunidades que movilizan una gran cantidad de recursos
para adelantar, generalmente de forma independiente de las políticas
que se instrumentan desde arriba, sus propios programas de desarrollo
local y autosatisfacción de necesidades de consumo, algunos de estos
programas se basan en la búsqueda de fuentes de energía renovable, y
en el mejoramiento de los procesos productivos con base en
evaluaciones ambientales.
Al lado de estos proyectos han surgido también diferentes estructuras
de soporte nacional e internacional de trabajadores, campesinos, u
organizaciones no gubernamentales que se mueven en la perspectiva de
proponer nuevos proyectos de desarrollo alternativos al hegemonismo
neoliberal 21.
Lo interesante es que de las formas como muchos campesinos y
comunidades campesinas respondieron al desarrollo particular de estas
políticas y a sus efectos devastadores, parece surgir un punto de
partida para la formulación de estrategias alternativas de desarrollo.
Por ejemplo, una clase de respuesta a estos efectos ha sido la
búsqueda de estrategias económicas que permitan unos mayores niveles
de autosuficiencia local.
La búsqueda de autonomía y de mayor autosuficiente en el consumo
parece entrar en controversia con uno de los postulados básicos de la
agenda neoliberal: el libre comercio y la integración de los mercados
internacionales. En efecto, mientras se profundiza en la autonomía y
la autosuficiencia a través de la producción local de alimentos
básicos, aspectos generalmente ligados al mejoramiento de los índices
de salud, o a la conservación de conocimientos agrícolas y culinarios
ancestrales, se incurre en una utilización de recursos que podrían ser
mas productivos – desde una perspectiva eminentemente instrumental-
canalizándolos, por ejemplo, hacia las industrias demandantes de
bienes primarios, hacia el comercio internacional y, en esta medida,
hacia la importación de mayores volúmenes de alimentos 22.
Como fuentes para una nueva forma de desarrollo, estas estrategias
económicas y sociales que se mueve de forma alterna a las políticas
estatales plantean importantes rupturas que parece necesario reconocer
con mayor profundidad. Muchas prácticas de lo que hoy conocemos como
la Revolución Verde fueron impuestas a las agriculturas de los países
pobres o en desarrollo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX,
muchos Campesinos adaptaron y combinaron estas prácticas, basadas en
la especialización productiva y el uso de maquinaria y agroquímicos
con otras formas tradicionales de agricultura. Los aumentos de
productividad tuvieron en vilo durante años la promesa de mayores
niveles de ingreso, promesa que no solamente no se concretó sino que
se tradujo en últimas en mayores niveles de dependencia, de pobreza y
de concentración de la riqueza.
Podemos ver de todo esto que las formas a través de las cuales el
campesinado se movilizó a lo largo del siglo XX también parecen tener
una renovación en los últimos años, esta se caracteriza por un cambio
en las reivindicaciones tradicionales, las cuales trascienden hoy el
acceso a la tierra y se mueven en el campo de la reconstrucción de la
ciudadanía 23.
Como afirma David Barkin “no es una cuestión de “reinventar” la
economía campesina, sino de reunirla con sus propias organizaciones
para esculpir espacios políticos que les permitirán ejercer su
autonomía, definir formas en las que las organizaciones guiarán la
producción para ellos mismos y para comerciar con el resto de la
sociedad”24.
El avance de la búsqueda de mayores tasas de rentabilidad parece tener
su continuidad histórica a través del tipo de políticas aplicadas en
los últimos años en la mayor parte de la revalorización de lo rural y
lo campesino plantea un escenario de ruptura, así como un punto de
partida para la formulación de estrategias alternativas de desarrollo.
países de América Latina. Esta búsqueda choca directamente con las
prácticas agrícolas de las comunidades campesinas y con la conciencia
de que estas prácticas deben estar en armonía con los ciclos
biológicos de los ecosistemas agrarios. Pero a diferencia de otros
momentos históricos, en donde la descampenización de las sociedades
latinoamericanas aparecía como un proceso ineluctable, ahora
En efecto, una serie de estrategias urbanas y rurales, económicas y
sociales, que tienen como una de sus características el no provenir
necesariamente de los aparatos estatales y por tanto, no participar
directamente de las vías de acumulación de capital, ya son definidas
como elementos centrales de un Desarrollo popular sustentable 25
Otras perspectivas han asimilado estas estrategias como evidencia que
corrobora una hipótesis bajo la que se busca replantear las teorías y
las políticas para el desarrollo. Dicha hipótesis, llamada por sus
defensores la hipótesis del umbral, sostiene que las sociedades
experimentan periodos en donde el crecimiento económico, expresado en
sus términos mas convencionales, solo aporta al mejoramiento de la
calidad de vida de la personas en el territorio una vez se alcanzan
unos niveles relativos, pero una vez alcanzado el punto del umbral las
formas tradicionales que definen el crecimiento económico no solo no
aportan al bienestar sino que contribuyen a la pobreza, la
concentración del ingreso y la inequidad, de manera que las formas
sustentables de producción local aparecen como formas redistributivas
de crecimiento 26.
12 McMichael. Op. cit. Pág. 24.
13 Dos Santos, Theotonio. Del terror a la esperanza: auge y decadencia
del neoliberalismo. Monte Ávila Editores: Banco Central de Venezuela, 2006.
14 McMichael. Op. cit.
15 Dos Santos. Op. cit.
16 En la actualidad Colombia importa un promedio anual de 5 millones
de toneladas de alimentos y materias primas; según la CEPAL más del
10% de la población se encuentra por debajo del nivel mínimo de
consumo de energía alimentaria CEPAL. Estadísticas e indicadores.
[Disponible desde internet http://www.eclac.org/estadisticas/] Con
acceso el: 6 de marzo de 2010.
17 Promedio aritmético para Honduras, Bolivia (Estado plurinacional
de), Perú, El Salvador, Colombia, Brasil, Ecuador, éxico y Chile. Base
de datos estadísticos en línea FAOSTAT [Disponible desde internet:
www.faoestat.fao.org] con acceso el: 6 de marzo de 2010. OMS/UNICEF:
Organización Mundial de la Salud y Fondo de las Naciones Unidas para
la Infancia : Programa Conjunto de Monitoreo de Provisión de Agua y
Saneamiento. [Disponible desde Internet
http://www.wssinfo.org/en/welcome.html] Con acceso el: 6 de marzo de 2010.
18 Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento
Forzado. Política de tierras para la población desplazada. propuesta
de lineamientos en el marco de las órdenes del auto 008 de 2009
Bogotá, junio 30 de 2009.
19CEPAL.Estadísticas e indicadores ambientales [badeima] [Disponible
desde internet http://www.eclac.org/estadisticas/] Con acceso el: 6 de
marzo de 2010.
20 Un aspecto importante en este sentido es la introducción de los
supuestos de la elección racional y la maximización de la ganancia de
la economía neoclásica, dentro de la economía agrícola. Algunos de
estos supuestos se evidencian en las perspectivas que abordan a las
sociedades rurales como sistemas agroindustriales y que chocan con las
perspectivas ecosistémicas que se apoyan en los aportes de la economía
ecológica. Bejarano, Jesús. Economía de la Agricultura. Universidad
Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Económicas, IICA, FONADE,
TM Editores. Bogotá, 1998.
21 Barkin, David. “Superando en el paradigma neoliberal: Desarrollo
Popular Sustentable”. En: Giarracca Norma. ¿una nueva ruralidad
para América Latina?. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO) 2001. 22 Barkin. Op.cit. Pág. 86
23 Salgado Araméndez, Carlos. “Los Campesinos Imaginados”. En:
Cuadernos Tierra y Justicia No. 6, ILSA. 2002. Ramírez, María
Clemencia. Entre el Estado y la guerrilla: identidad y ciudadanía en
el movimiento de los campesinos cocaleros del Putumayo. Instituto
Colombiano de Antropología e Historia, Conciencias. Bogotá, 2001.
24 Barkin. Op.cit. Pág. 9
La emergencia de estas nuevas formas de desarrollo plantea la
necesidad de reformular las disciplinas con las que se analiza el
mundo rural y sus transformaciones ambientales. El creciente deterioro
ambiental, no solo biológico sino también cultural y social, que
disciplinas como la economía desconocieron cuando su instrumental
analítico rompió conexión con el contexto físico y se centró en los
valores pecuniarios, configura hoy un reto disciplinar. En cuanto los
deterioros o pérdidas ambientales superan los saldos de los “valores
añadidos”, lo que antes se había desconocido considerándolo como
exógeno al sistema económico, hoy se postula como una amplia
preocupación que exige ser introducida en las prácticas analíticas de
las ciencias sociales.
Tal reto consiste entonces en “analizar conjuntamente las versiones
físicas y monetarias de los procesos económicos, asumiendo que tras la
creación de valor monetario registrada en los procesos llamados de
producción se esconden siempre ciertos deterioros físicos. Lo mismo
que tras la destrucción de valor ocasionada en los procesos llamados
de consumo se esconde la pervivencia física de los residuos”27.

LAS PERSPECTIVAS TRADICIONALES SOBRE EL MUNDO AGRARIO Y RURAL Durante
el siglo XVIII los economistas clásicos liberales introducen a la
tierra como un factor más dentro de la producción, al lado del capital
o la fuerza de trabajo. Sin embargo advirtieron sobre la naturaleza
desigual de este factor, al hacer notar que la renovación de la
capacidad productiva del suelo, a diferencia de lo que sucede en la
minería o la industria, se encuentra sujeta a altos niveles de
inversión en capital. Con esto postulan entonces la teoría de los
rendimientos decrecientes en la agricultura. Teoría central dentro del
liberalismo económico que señala que con el paso del tiempo los
rendimientos de la actividad agraria decrecen o tienen un peso mucho
menor en el producto final que el capital y el trabajo 28.

En su clásico estudio Naturaleza y causa de la riqueza de las
naciones, Adam Smith establece que el conjunto de condiciones para el
bienestar material de la población se derivaba del estado general,
ascendente o descendente del país, la seguridad y la relaciones de
poder, y de que la política gubernamental favoreciera al campo o a la
ciudad, a la industria o a la agricultura. Ambos argumentos, pero
sobre todo el ambiente intelectual de la época, sirven para que Smith
estableciera una visión de la historia de la agricultura según la cual
existían unas leyes económicas, un encadenamiento de causas y efectos
que conducían al hombre primitivo, expulsado de la tierra del edén,
hacia estados superiores guiados por el comercio y la industria 29. A
partir de la comprensión del desarrollo económico ingles Smith
encontraba que “cualquiera que sea el suelo, el clima o la extensión
territorial de cualquier nación en particular, la abundancia o escasez
de su abasto anual debe depender de dos circunstancias en esa
situación particular”30 las cuales son el nivel de empleo y la
productividad del trabajo.
Esta transformación de la historia bíblica en doctrina económica y en
interpretación de la historia, que establecía que la industria y el
comercio habían crecido sobre una actividad dada a los hombres, la
agricultura, no fue puesta en duda por Marx ni por el pensamiento
clásico que le precedió 31.A pesar de los nuevos elementos que
introduce la escuela de los annales ya entrado el siglo XX, buena
parte de la historiografía sigue estando dominada por la
interpretación esencialmente económica que le daba un papel
subsidiario a la agricultura. En efecto, la historia agraria como
campo de estudio autónomo tiene un impulso inicial de la geografía
humana en los años que van de 1920 a 1950. El contacto de
historiadores como March Bloch, Lucien Febvre o Fernand Braudel con
geógrafos como Vidal de La Blanche o Jules Sion, dio como resultado
una historia agraria influenciada por los enfoques morfológicos y
estructurales de la geografía, por el estudio de los paisajes agrarios
y de las formas de hábitat rural, y en términos metodológicos por la
utilización de la cartografía, de la fotografía aérea y la información
de los catastros como fuente 32. De igual manera, el uso de la
meteorología, del papel de los precios y el mercado, de la
interdependencia entre el clima y el rendimiento de las cosechas, de
los fenómenos demográficos, de las transformaciones en las técnicas,
muestran un enfoque marcado por la necesidad de indagaciones
interdisciplinarias, que acercaran incluso, las llamadas ciencias
duras a los estudios históricos, cuando se trataba de abordar ese
mundo complejo de lo rural 33.
Es a partir de la obra de March Bloch, Caracteres originales de la
historia rural francesa y La Sociedad Feudal 34, que la complejidad en
el abordaje del mundo rural se empieza a reflejar en la delimitación
de campos específicos de estudio de lo agrario. En este sentido, y
siguiendo a Bloch, Ciro Cardoso distingue cuatro niveles en la
definición de la historia agraria. En un sentido estricto, la historia
agraria es la historia de la agricultura, de las actividades
productivas que constituyen la agricultura. Y como tal se dedica a la
indagación de las transformaciones en los métodos, los instrumentos y
las plantas. En un segundo nivel se encontraría el estudio de las
formas de apropiación y uso del suelo y la condición jurídica y social
de los trabajadores rurales. Ambos elementos concretarían el estudio
de la historia agraria como un proceso de transformación de los
paisajes agrarios. En terce r lugar, se encuentra el estudio de las
principales unidades productivas, la hacienda y la plantación. Y por
último, los análisis del mundo rural como un sistema, es decir la
historia de las transformaciones y continuidades en las economías rurales.35
Agricultura, propiedad, paisajes y economías rurales convergían en la
construcción de los principales temas de esta historia agraria: el
inmovilismo del campesinado francés, o la privatización del campo
ingles 36. Sin embargo, la superposición de la visión de los
economistas clásicos con la necesidad de otorgar al campesinado un
papel político similar al de los trabajadores fabriles en la
transición al capitalismo Europeo va a ser determinante en la
configuración de nuevas visiones sobre lo agrario, generalmente en
detrimento del enfoque heredado de la geografía 37. Este es el caso de
los estudios sobre el campesinado ruso que van a tener una influencia
decisiva en las interpretaciones sobre la historia agraria de América
Latina y Colombia
Por su parte, los estudios sobre el campesinado, con su larga
tradición han brindado un campo de exploración para la historia
agraria. Los debates sobre las concepciones del campesinado, sobre la
producción y organización campesina han sido abordado
preferencialmente por sociólogos y antropólogos.
Los debates teóricos sobre la cuestión agraria de los últimos 50 años
han estado dominados principalmente por el intento de caracterizar el
desarrollo del capitalismo agrario tanto en Colombia como en América
Latina. En términos generales, la abundante literatura ha intentado
abordar este desarrollo alrededor de tres enfoques principales que
toman elementos de la economía, la historia y la antropología, y que
centran su atención principalmente en los cambios y continuidades del
modo general de producción en los diferentes tipos de empresa agrícola
y en las formas de explotación del trabajo rural 38.
De la mano de los cambios económicos y políticos que apreciamos en la
primera parte sucede también un abandono de las visiones estructurales
sobre la cuestión agraria que predominaron en los ámbitos académicos
durante buena parte del siglo XX. En su lugar se imponen las visiones
sistémicas (el campo como un sistema agroindustrial) y coyunturalistas
que incluso abandonan la fuerte raíz histórica de los problemas
agrarios en América Latina 39. En años recientes, sin embargo, las
preocupaciones por lo rural, lo agrario y lo territorial empiezan a
ocupar, con nuevos interrogantes y perspectivas, un espacio importante
dentro de la investigación y la enseñanza de la historia y otras
ciencias humanas y sociales.
Así, lo que tenemos hasta acá es una serie de interpretaciones que, en
general, ven al campo como un elemento residual de los procesos de
modernización liderados por la industria, y en esta medida ven al
campesino como un actor pasivo de las transformaciones sociales. Se
desconoce la movilidad de la política económica y social de las áreas
rurales, y el papel del campesino como actor del desarrollo 40
De manera que, paradójicamente, los lentes que durante años hemos
utilizado para ver e interpretar lo que ha sucedido históricamente en
el campo contienen elementos profundamente anti agrarios.
Hoy los esquemas centrados en el capital y basados en oposiciones
binarias, tradicional/moderno, explotación/riqueza,
dependencia/desarrollo, con los que se usualmente se ha analizado al
mundo rural, resultan insuficientes. No solo porque al privilegiar una
serie de variables, especialmente de tipo económica o políticas, se
imponía sobre la historia agraria, al igual que la sobre la historia
de los campesinos, las categorías de una historia eurocéntrica 41,
sino porque las políticas inspiradas en estas visiones muestran hoy
sus dificultades.

LA HISTORIA Y LA AGROECOLOGÍA
Aun cuando la agricultura ha buscado, por definición, transformar la
naturaleza, se trata entonces del surgimiento de un nuevo tipo de
relaciones que buscan que esta transformación sea sostenible, lo cual
implica no solamente la conservación de practicas agrícolas
tradicionales, sino la adaptación consciente de práctica modernas que
aumentan la productividad sin afectar la capacidad de resiliencia de
los agroecosistemas y la biodiversidad de estos 42.
En las últimas dos décadas surge y se consolida una perspectiva
teórica consciente de que esta necesidad sea abordable en el ámbito
investigativo 43, y que a diferencia de los paradigmas teóricos con
los que hasta fechas recientes se examinó la cuestión agraria
latinoamericana, integren los aspectos económicos, culturales,
políticos y ambientales que intervienen en el desarrollo histórico de
las sociedades agrarias 44. Aunque en los últimos años se consolida en
la mayor parte de los países de América Latina un importante interés
por los estudios agroecologicos, aun permanece inexplorada la
utilización de esta perspectiva dentro de la historia, ¿Qué implica
entonces la introducción de la perspectiva agroecológica dentro de la
historia agraria?
No es que la comprensión de los efectos de la modernización
capitalista del campo haya dejado de tener importancia en nuestros
días. Si no que los estudios históricos han debido reencontrar el peso
de lo agrario en el desenvolvimiento de las sociedades capitalistas, a
partir de nuevos factores relacionados especialmente con las dinámicas
sociales de la globalización, los riesgos del deterioro ambiental, o
la necesidad de visibilizar nuevas formas de resistencia campesina.
En esta vía, desde finales de los años ochenta surge también una
vertiente que enlaza el creciente interés por la vida cotidiana, los
aportes de la antropología a la historia y los desarrollos de la
historiografía cultural para proponer una ruptura teórica y
metodológica con las principales características de la historia
económica y social precedente, al acento tan marcado en el papel de
las estructuras sociales y económicas en la que se encuentran
atrapados los agentes sociales. Y de esta manera se da paso a un nuevo
énfasis que se encuentra en el Mundo vivido y comunicado, en las
experiencias, percepciones y relaciones de los agentes. Algunos
trabajos que aparecen a lo largo de la década de los años noventa en
Colombia muestran ya una perspectiva diferente sobre el problema
agrario y campesino 45. Se abandonan ciertas discusiones económicas y
se toman más e lementos de la historia política para abordar el
conflicto por la tierra y las formas de resistencia campesina desde
una óptica más cotidiana, menos teleológica, aparentemente más sutil y
pasiva sobre las relaciones campesino-terrateniente, al tiempo que se
señalan las formas en las que los campesinos construyen una crítica al
discurso hegemónico de dominación 46. El conjunto de estudios que se
ampara bajo el rotulo de Nueva ruralidad es importante en este intento
de apartarse de las visiones economicistas. Aunque no se propone en
este enfoque una lectura directa de la historia, algunas de las
discusiones señalan que lo rural trasciende lo puramente agropecuario,
que “lo rural no es, en el plano productivo, mas que la
territorialización de lo agrícola”47 y que sus nuevas funciones se
extienden a la provisión de recursos y servicios ambientales, y en
esta medida a la obtenci& oacute;n de equilibrios ecológicos, pero
también a la garantía de la seguridad alimentaría, de equilibrios
políticos y sociales a nivel regional. Dentro de esta perspectiva, un
artículo de Jesús Antonio Bejarano que tiende a volverse paradigmático
y que se titula “El concepto de lo Rural ¿Qué hay de nuevo?”
plantea interesantes cuestionamientos al esquema clásico del progreso
que privilegia lo urbano y lo industrial. “Pero, curiosamente, el
concepto renovado que propuso Bejarano subordina lo rural a usos
ambientales y urbanos y deja sin definir roles para los sujetos allí
presentes, en particular, para el campesinado (…). De ese modo [Nos
dice Carlos Salgado] construye un concepto de lo rural sin
sujetos”48.Una preocupación mas genuina por el deterioro ambiental,
no solo biológico sino también cultural y social, se configura en el
intento de volcar los conocimientos de la ecología, la botánica, la
agronomía o la veterinaria hacia la comprensión de ciertos procesos
históricos, y de esta manera recuperar el contenido ambiental d e la
historia agraria que historiografía tradicional ha marginado casi por
completo 49.
Para Cardoso “La agricultura – y por tanto la historia de la
agricultura- puede ser enfocado partiendo de la ecología (…) El
enfoque ecológico en la historia de la agricultura consiste
básicamente en estudiar: 1) las condiciones del medio ambiente en
relación con el surgimiento, la reproducción, la extensión, la
transformación o la desaparición de un sistema agrícola dado; 2) los
efectos voluntarios e involuntarios de la actividad agrícola y
ganadera sobre el medio ambiente”50.
La historia Ambiental, entre otras de las nuevas herramientas
historiográficas, surge como una reacción disciplinar al deterioro
ambiental que se empezó a evidenciar desde finales del siglo XIX. Sus
intereses, desde que se consolida desde los años ochenta a partir de
la introducción de variables ambientales a la historia 51, se centran
en el proceso de ampliación de las industrias agroexportadoras, la
ganadería o las formas de apropiación y concentración de la tierra, se
crean una serie de vulnerabilidades ecológicas ideales para la
difusión de epidemias que se producen en los ecosistemas agrícolas:
grandes concentraciones del mismo material genético, agotamiento de
suelos y disposición física de los agroecosistemas 52.
De otro lado, pero también como parte de este proceso de revaloración
de lo agrario, lo rural y lo campesino, se encuentra la propuesta
agroecológica. La agroecología entiende la agricultura como una
actividad esencialmente ambiental a través de la cual se produce la
artificialización del ecosistema natural para canalizar energía en
forma de alimento para el consumo humano. Mientras el agroecosistema
constituye la organización a estudiar, la agroecología constituye el
enfoque de estudio de esta organización 53. Por otro lado, “un
agroecosistema puede ser entendido como un ecosistema que es sometido
por el hombre a frecuentes modificaciones de sus componentes bióticos
y abióticos. Estas modificaciones introducidas por el hombre en los
agroecosistemas afectan prácticamente todos los procesos estudiados
por los ecólogos, y abarcan desde el comportamiento de los individuos
y la dinámica de las poblaciones hasta la composición de las
comunidades y los flujos de materia y energía”54.
A este nuevo acercamiento a la historia agraria han convergido tanto
historiadores sociales como económicos, una buena parte de ellos de
nacionalidad española, con la idea de renovar los paradigmas
tradicionales y totalizantes con los que se estudia la cuestión
agraria, algunos de ellos mencionados antes.
La agroecología constituye en este sentido una valiosa herramienta
para reconocer que los problemas ambientales son la mayor expresión
del relacionamiento del mundo y que su estudio no admite una visión
parcelada por las disciplinas. Para la agroecología las relaciones
sociales son el elemento central en la evolución de los ecosistemas:
“Desde esta perspectiva, la producción agraria es el resultado de
las presiones socioeconómicas que realiza la sociedad sobre los
ecosistemas naturales, produciéndose una coevolución o evolución
integrada entre cultura y medio ambiente”55.
De esta manera se defiende que el límite en las formas de apropiación
social de los ecosistemas agrarios está determinado por los ciclos
ecológicos, la renovación y capacidad de los suelos, la diversidad
orgánica e inorgánica, el equilibrio hidrológico y todo el conjunto de
leyes ecológicas que fijan su propia reproducción 56.
Elabora así una crítica al forzamiento ecológico introducido por las
formas de apropiación impuestas por los países desarrollados, las
cuales tienen como principales objetivos el sometimiento de los
agroecosistemas a la acumulación de capital, la excesiva
artificialización de los ecosistemas y el incremento constante de la
productividad en el campo medida en términos monetarios. Y de esta
manera se intenta conciliar las visiones marxista de lo agrario con la
necesidad epistemológica de reconocer el contenido ambiental de muchos
conflictos sobre los que generalmente prima una interpretación
esencialmente económica o política: “El fenómeno de transferencia de
valor de pobres a ricos, o de la periferia al centro, se corresponde,
palmo a palmo con el fenómeno de transferencia de energía de los
ecosistemas a los agroecosistemas industrializados (…) Por tanto, el
análisis de las desigualdades sociales debe abordarse como una
enfermedad ecosistémica”57.
Esto supone, primero, que la reproducción de los sistemas agrarios
está vinculada con las relaciones entre los grupos sociales que se
establecen a su interior. La historia agroecológica intenta demostrar
que las culturas campesinas denominadas “tradicionales” han
desplegado formas energética, ecológica y alimentariamente más
eficientes de manejo de los recursos naturales.
Además, y a diferencia de la concepción implícita en las políticas
derivadas de las reformas estructurales que hacen del campesino y el
indígena el sujeto a ser desarrollado 58, la visión agroecológica se
inscribe dentro de la investigación-acción en tanto procura la
recuperación de la memoria histórica sobre prácticas agrícolas más
armoniosas en su relación con el medio ambiente 59
Y por otro lado, esta historia agroecológica plantea un interrogante
sobre la “historia antropocéntrica basada en la idea hegeliana de
progreso material, glorificadora del desarrollo tecnológico y de sus
impulsores, justificadora de la guerra y de los conflictos armados,
exaltadora del Estado-Nación”60

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